Una serie de poderosos sismos ha golpeado el oeste de Japón, dejando a su paso un rastro de destrucción, la pérdida de al menos 55 vidas y miles de edificios, vehículos y embarcaciones dañados. Las autoridades han emitido advertencias sobre la posibilidad de nuevos terremotos de gran magnitud, mientras las réplicas continúan sacudiendo la prefectura de Ishikawa y sus alrededores.
El epicentro de este desastre natural fue un temblor de magnitud 7,6 que estremeció la región, desencadenando daños catastróficos. La magnitud del impacto fue tan inmensa que, hasta el momento, no se ha podido realizar una evaluación completa de los daños. Los informes de los medios de comunicación japonenses indican que decenas de miles de viviendas han quedado destruidas, sumiendo a la población en una crisis sin precedentes.
El portavoz del gobierno, Yoshimasa Hayashi, confirmó que al menos 55 personas perdieron la vida y 17 resultaron gravemente heridas. Sin embargo, reconoció que estas cifras podrían cambiar a medida que avanzan las labores de rescate y evaluación de daños. Los servicios esenciales como agua, electricidad y telefonía celular siguen sin funcionar en varias áreas, complicando aún más la situación y dificultando las tareas de rescate.
Los residentes afectados expresaron tristeza y desesperación al contemplar el panorama desolador que se cernía sobre sus hogares. Miki Kobayashi, una residente de Ishikawa, compartió su experiencia al afirmar: “No es solo un desastre. El muro se ha venido abajo, y es posible ver al cuarto contiguo. No creo que podamos seguir viviendo aquí”. Kobayashi ya había experimentado daños en su vivienda durante un terremoto en 2007.
A pesar de la creciente cifra de víctimas, las advertencias rápidas y la respuesta eficiente de las autoridades y la población en general parecen haber limitado algunos de los daños. Toshitaka Katada, profesor de la Universidad de Tokio especializado en catástrofes, elogió la preparación de la población japonesa ante desastres naturales. “Probablemente no haya en el mundo gente tan preparada para los desastres como los japoneses”, destacó.
La ubicación geográfica de Japón en el Cinturón de Fuego del Pacífico, conocido por su actividad sísmica, ha llevado a la nación a sufrir terremotos con frecuencia. Aunque la preparación ha sido crucial para afrontar estos desastres, Katada advirtió que la situación sigue siendo precaria e impredecible. Recordó el terremoto y tsunami de marzo de 2011 en el noreste de Japón, que fue precedido por otros sismos, subrayando que “esto está lejos de terminar”.
Las imágenes aéreas de los medios de comunicación japoneses muestran daños generalizados, con carreteras sepultadas por deslizamientos, barcos arrastrados por las aguas y un incendio que consumió una sección entera de la ciudad de Wajima. Ante esta emergencia, el ejército japonés ha desplegado 1.000 soldados para unirse a las labores de rescate, según anunció el primer ministro Fumio Kishida. “Salvar vidas es nuestra prioridad y estamos librando una batalla contrarreloj”, declaró. “Es fundamental que las personas atrapadas en sus casas sean rescatadas inmediatamente”.
Mientras tanto, la región sigue experimentando réplicas, con más de 100 temblores registrados en las últimas 24 horas. Aunque la comunidad internacional ha expresado solidaridad y ofrecido ayuda, la situación sigue siendo fluida y presenta desafíos continuos para la recuperación y reconstrucción de las áreas afectadas.