Un inusual sismo de magnitud 6.8 sacudió Marruecos, provocando que la gente se levantara rápidamente de sus camas por la noche y saliera a las calles, mientras derrumbaba edificios en localidades montañosas y en ciudades antiguas que no estaban construidas para soportar semejante fuerza. La tragedia ha dejado un saldo devastador, con más de 2,000 personas fallecidas, y se teme que la cifra de muertos aumente a medida que los rescatistas luchan por llegar a las zonas más remotas y afectadas a través de carreteras bloqueadas por rocas.
El sismo, que fue el más fuerte que ha sacudido el país del norte de África en 120 años, tomó por sorpresa a la población el viernes por la noche. Testigos informaron que la gente salió corriendo a las calles en medio de la oscuridad y el pánico. Hubo relatos de platos y tapices que caían del cielo, y edificios que colapsaban, cubriendo de escombros a comunidades enteras.
La destrucción se extendió por cada ciudad a lo largo de las empinadas y sinuosas curvas del Alto Atlas de manera similar: viviendas que se doblaban sobre sí mismas, madres y padres llorando mientras los niños y los policías con cascos llevaban a los muertos por las calles.
Aldeas remotas, como las del valle de Ouargane, que ya estaban afectadas por la sequía, quedaron en gran medida aisladas del mundo cuando perdieron el servicio eléctrico y de telefonía celular. Las imágenes mostraban a personas llorando la muerte de sus vecinos y registrando los daños con las cámaras de sus teléfonos celulares, mientras se consolaban mutuamente en medio de la devastación.
Hamid Idsalah, un guía de montaña de 72 años, expresó su desesperanza ante la situación. La escena en su pueblo era desoladora, con su cocina reducida a polvo y escombros. “No puedo reconstruir mi casa. No sé qué haré. Aún así, estoy vivo, así que esperaré”, dijo con tristeza mientras caminaba por el pueblo, rodeado de colinas rojas y un lago salado.
En Marrakech, la histórica mezquita de Koutoubia, construida en el siglo XII, resultó dañada, aunque la magnitud de los daños aún no se ha determinado por completo. Su minarete, conocido como el “techo de Marrakech”, también sufrió daños. Las murallas rojas que rodean la antigua ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, también presentaron daños.
Hasta el momento, se han registrado al menos 2,012 personas fallecidas, la mayoría en Marrakech y las provincias cercanas al epicentro del terremoto. Además, al menos 2,059 personas resultaron heridas, con 1,404 en estado crítico. La falta de infraestructuras preparadas para enfrentar sismos de esta magnitud ha contribuido significativamente a la alta cifra de víctimas.
A nivel internacional, diversos líderes mundiales ofrecieron ayuda y equipos de rescate, aunque el gobierno marroquí aún no ha solicitado formalmente asistencia externa. El rey Mohammed VI ordenó a las fuerzas armadas marroquíes movilizar medios aéreos y terrestres, equipos especializados de búsqueda y rescate, y un hospital quirúrgico de campaña.
Marruecos ha declarado tres días de luto nacional en memoria de las víctimas, con banderas a media asta en todas las instalaciones públicas.
Este devastador sismo ha dejado una profunda huella en Marruecos, recordándonos la importancia de la preparación y la infraestructura adecuada para hacer frente a desastres naturales de esta magnitud.}