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Vergüenza Nacional Por Una Playera

En qué momento se le ocurrió al ex director del periódico La Prensa robarse la playera número 12 con la que el quarterback Tom Brady llevó a los patriotas de Nueva Inglaterra a ganar el súper tazón número 51 del futbol americano.

Justo cuando Donald Trump se sostiene en seguirnos llamando delincuentes y persiste en su política anti inmigrante, viene este señor de nombre Martín Mauricio Ortega Camberos a darle una razón más al villano fascista del norte para seguir arremetiendo contra nuestros connacionales. Vaya que robarse descaradamente la playera aprovechando su condición de periodista y burlando la buena fe de los encargados de la seguridad del súper tazón, más que una hazaña, constituye una autentica estupidez y una vergüenza nacional.

Al ser el súper tazón el evento deportivo con mayor audiencia televisiva en el mundo ¡imagínense el impacto mundial de la noticia y como nos deja a los mexicanos!

Aunque parece que el robo quedará legalmente impune por que los afectados han decidido no presentar cargos a cambio de recuperar la camiseta, este este señor cargará toda su vida con el estigma social de ese y otros robos que presuntamente antes había perpetrado y que han salido a la luz.

Juré usted también amable lector, que el señor Martín Mauricio Ortega Camberos no volverá en mucho tiempo a pisar suelo norteamericano (allá cometió el delito), ni a figurar en algún medio periodístico, pues en el cateo a su casa el pasado 12 de marzo por parte de la Policía Federal, se encontraron también la camiseta que usó el mariscal de los Patriotas en la conquista del título ante los Halcones Marinos de Seattle en 2015 (Súper tazón 49) y otras reliquias deportivas, como los zapatos y el casco de Von Miller, jugador de Broncos de Denver, campeón de la NFL en 2016. Todas esas prendas tienen un valor comercial muy alto por ser piezas para coleccionistas. ¿Vaya usted a saber, cuántas cosas más se habría robado este presunto cleptómano?, que obligado por las circunstancias (o  más bien acorralado) renunció el 14 de marzo a su cargo de Director en el periódico La Prensa. ¿De no haber sido “agarrado”, cuantas más habría hecho? Aquí si que aplica la frase: “Es la primera vez que lo pillan, pero no la primera vez que roba”.

La Organización Editorial Mexicana (OEM), editora del periódico La Prensa ya fijó su postura y se deslindó de los actos de su ex colaborador, lamentando los hechos y haciendo patente su sorpresa y decepción por los actos de esta persona. Por supuesto que no la OEM ni La Prensa, tienen responsabilidad en los hechos.

Esta no debe ser una historia más en el inmenso océano de impunidad y corrupción que ahoga al país, ni una chusca anécdota de las ocurrencias de los mexicanos; debe ser más bien un caso para la reflexión y el responsable tiene la obligación moral de ofrecer una disculpa pública por el daño social hecho, púes se trata de un periodista, alguien comprometido con la verdad y la honestidad; valores que son pilares del periodismo y que son celosamente resguardados por el gremio; tan es así que hasta el momento no hay ningún colega que lo defienda.

 

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