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¿Se animará Trump?

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Luego de la borrachera electoral de Donald Trump por su victoria, viene ahora la resaca o la “cruda” como decimos sus odiados mexicanos. El mundo entero (no solo los mexicanos) estará expectante de la toma de protesta y de los 100 primeros días del magnate Trump como el primer presidente “anti político” de los Estados Unidos de Norteamérica (EEUU).

Algunos por morbo y otros por temor, pero en todos tenemos interés en ver que tanto cumple o pone en marcha sus propuestas ofertadas en campaña encaminadas según el a “devolver la grandeza a Estados Unidos” y a “renovar el sueño americano”. La gran expectación obedece a que durante su campaña, Trump hizo responsable en gran medida al mundo entero (particularmente a México y China) de la actual decadencia del imperio que ahora le toca dirigir, razón por la cual se espera que la política exterior de los EEUU sea uno de los principales ejes de su administración.

Para los neoliberales y los librecambistas de EEUU, Trump es casi un demonio fascista, mientras que para los liberales filosóficos y humanistas (los de avanzada), Trump representa lo peor de la derecha retrógrada. Sin embargo observando fríamente los hechos y con la mayor objetividad posible, resulta inoportuna cualquier afirmación que se haga sobre si Donald Trump será capaz o no de cumplir sus radicales y fascistas promesas de campaña. Más aún resulta cuestionable si el sistema político de contrapesos que tiene EEUU le permitirá actuar libremente, pues muchas de esas promesas suenan inviables. Van algunos ejemplos:

Puede ser viable construir un muro en la frontera con México, aunque esto vaya en contra de los avances y tendencias mundiales en materia de derechos humanos. Pero imponer unilateralmente a los mexicanos que paguemos el muro parece inviable a la luz de la lógica y del derecho internacional.

¿Se animará a deportar a millones de indocumentados latinos que trabajan en el agro estadounidense y que hacen posible que EEUU sea el primer productor de alimentos del mundo? ¿Con quienes sustituirá esa gigantesca mano de obra barata?

Asumiría el costo económico de imponer un mínimo de dos años de prisión para cualquier indocumentado que intente volver a cruzar a EE. UU, en lugar de solo deportarlos.

Como le hará para suspender la inmigración de regiones “propensas al terrorismo” y llevar a cabo un “examen extremo” de quienes busquen ingresar al país.

Se animará a declararle la guerra comercial sin cuartel a China aplicándole aranceles especiales a sus productos, cuando por las venas del sistema financiero norteamericano circulan bonos de deuda propiedad de los chinos. El proteccionismo de Trump beneficiará a China, pues muchos países al advertir que Washington se aísla, optarán hacer alianzas con el poder emergente (China), lo que debilitaría estratégicamente a los EEUU. Devaluar el yuan puede resultar una alternativa tentadora para China, lo que generaría una guerra de monedas con devaluaciones en cadena.

En materia de seguridad internacional, Trump juró acabar con el Estado islámico; aliarse con todos los que luchan contra él, incluyendo al régimen sirio; prometió desvincularse del acuerdo firmado con Irán y condenó a muerte a la OTAN al no garantizar su financiamiento. Sin los aportes norteamericanos (el 70% del presupuesto), la OTAN dejará de existir dejando a Europa expuesta a los designios expansionistas de Rusia.

El discurso victorioso de Trump la madrugada del 9 de noviembre, donde entre otras cosas dijo: “Vamos a estar bien con todos los países”, “Vamos a trabajar con todas las razas”, “No nos resultará fácil reconstruir la grandeza de América, porque la política que conocemos es una cosa sucia y compleja”; contiene frases y reflexiones que nos inducen pensar que las declaraciones y amagos de Trump pudieran quedar solo en eso, porque se hicieron bajo la urgente prioridad de captar ciertos sectores de votos que le posibilitaran la victoria.

Por lo pronto es temprano para juzgar y condenar a un presidente que todavía no asume el poder y es conveniente abstenerse de creer que Trump es el demonio aparenta ser, teniendo fe de que las condiciones socio económicas y políticas que lo rodean impedirán que cumpla aquellas promesas que resultan extremas y ofensivas para quienes habitamos fuera de EEUU y que somos más del 90% de la población mundial.

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