“Cuando hablamos de un servidor público corrupto, no hay que olvidar que para ello se necesita un ciudadano corruptor”.
HÉCTOR MANUEL RAMOS CONTRERAS
Desde el gobernador del Estado, los presidentes municipales, los titulares del poder Legislativo y Judicial, hasta quienes realizan la limpieza y dan mantenimiento a los edificios públicos, son considerados servidores públicos. En Jalisco trabajan cientos de miles de servidores públicos estatales y municipales, a todos ellos, con excepción de los que realizan labores que no se pueden interrumpir (urgencias médicas, legales, etc.) por ser su día; la Ley para los Servidores Públicos del Estado de Jalisco y sus Municipios les otorga como día de descanso obligatorio el 28 de septiembre, razón por la cual muchas dependencias no laboran este día.
De acuerdo con La Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental (ENCIG) del 2013 del INEGI, Jalisco se ubica en el 7º séptimo sitio de las entidades más corruptas de México y precisamente esa corrupción está relacionada con trámites, solicitudes de servicios y otros contactos de ciudadanos con servidores públicos. En tal encuesta, destacan como los más señalados por corrupción, los servidores públicos relacionados con la seguridad pública y permisos relacionados con la propiedad.
Como es muy amplia la gama de servidores públicos, frecuentemente tendemos a generalizar y a juzgarlos de corruptos, cuando la realidad es diametralmente opuesta: La inmensa mayoría de servidores públicos son honestos, trabajadores y ganan menos de lo que merecen.
Dos preguntas bastan, para darnos una idea de la fama del servidor público en Jalisco. La primera es: ¿Qué imagen tiene Usted de los servidores públicos? La respuesta de la mayoría es guardar prudente silencio o hacer un gesto de desaprobación, sin faltar los que ufanamente digan que son perezosos, negligentes, corruptos y un sinnúmero de calificativos negativos que coinciden en el inconsciente colectivo.
Cabe entonces una segunda e interesante pregunta: ¿en su familia hay algún servidor público? Hasta ahora nadie ha contestado que no. Todos tienen un familiar cercano o lejano que trabaja como servidor público y al preguntarles qué piensan de esa persona todos afirman lo contrario: trabaja mucho, es muy comprometido, sabe mucho, le gusta lo que hace, tiene un trabajo estable, ayuda mucho a la gente, etc…¿Entonces?
Por donde se le vea, esas opiniones ambivalentes, son controversiales y nos invitan a una reflexión: ¿Por qué pensamos o hablamos mal de los servidores públicos “en abstracto”, si conocemos casos concretos de personas cercanas de carne y hueso que son ejemplo para su círculo familiar y profesional?
Respuestas puede haber muchas y la mayoría apunta hacía las famosas “burguesías doradas” que atinadamente definía ante un espejo el ex gobernador Emilio González Márquez, quien por cierto dañó el patrimonio de los burócratas Jaliscienses invirtiendo dinero del IPEJAL en proyectos fallidos como el del desarrollo turístico de Chalacatepec y la Villa Panamericana; acciones impunes hasta el momento.
Independientemente de todo, creo que este 28 de septiembre es un día propicio reconocer a la inmensa mayoría de nuestros servidores públicos que viven en la hornada medianía y que día a día hacen posible que funcione nuestra sociedad. También es menester que en nuestro entorno, los servidores públicos empecemos a hacer eco de nuestros aportes a la sociedad. Si cada uno hace la tarea de hablar bien del servicio público, le estaríamos llegando con nuestro mensaje a miles de Jaliscienses, creando conciencia de nuestro trabajo.
Es tiempo de comenzar a sembrar la semilla, para luego poder recoger la cosecha.
