PANDEMIA ATRAJO MÁS FIELES A LA IGLESIA CATÓLICA

Durante la contingencia sanitaria por el COVID-19, grandes recintos religiosos como la Catedral Metropolitana o el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe; o templos más pequeños como San Isidro Labrador, de Guadalajara o Nuestra Señora de los Dolores, de Teocaltiche, apresuraron las transmisiones virtuales de misas ante el cierre de templos, estrategia que podría atraer a nuevos devotos. De acuerdo con el profesor del Departamento de Filosofía del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH), doctor Fabián Acosta Rico, el recurrir a la tecnología para evangelizar representó una práctica que, de continuar, podría reforzar el vínculo con los fieles, en específico con los más jóvenes. “Es una oportunidad de evangelización la que se abrió con Internet y las redes sociales para conectar con los nuevos creyentes, con los más jóvenes en especial”. En esta Semana Santa y con los aforos al 100 por ciento, Acosta Rico dijo que si la iglesia católica continúa con sus servicios presenciales y virtuales podría penetrar en la población joven y recuperar la pérdida de fieles, estimada en 5 por ciento, pues en la última década pasó de 82.7 a 77.7 por ciento. La iglesia recurrió a las misas virtuales como último recurso ante el confinamiento para mantener el servicio, lo que representó modernizarse, pues fue su primera incursión en las redes sociales. “Encontramos que, en distintas congregaciones y parroquias, empezaron a transmitir sus misas a través de Zoom, Microsoft Teams, Skype; en esa necesidad de procurar a los creyentes la liturgia obligatoria para todo católico”, subrayó Acosta Rico. Previamente, varios credos cristianos de evangélicos y pentecostales innovaron con el uso de medios de comunicación, como la denominada iglesia universal “Pare de sufrir”, de Brasil, entre otras, que capitalizaron la televisión como un elemento viable para la propagación de sus creencias. A lo que la fe católica llegó tarde, precisó el profesor. “La iglesia había sido muy reticente en el uso de las nuevas tecnologías, de televisión para lograr llegar a un mayor público y conectar con sus seguidores”, acotó. Para Acosta Rico, la iglesia católica ha rechazado la idea de la modernidad a través de las tecnologías de la comunicación, pues considera que es profana y le resta sacralidad al ritual, aunque el nuevo uso podría superar la resistencia. “Se dice que la tecnología es inocua, que no tiene maldad o bondad en sí misma, y depende del uso que se le dé, de la instrumentalización, la que marca el criterio para calificarla de mala o de buena”, abundó. Con la introducción de la tecnología, el reto del catolicismo será adaptarse al lenguaje de los formatos “con un discurso, a través de estas redes sociales, que debe ser claro, directo, motivacional y breve”. Por otro lado, Acosta Rico explicó que la iglesia también podría quedarse con sus prácticas previas a la pandemia. “El riesgo es que haya sido sólo una medida contingente por los apremios de la pandemia y que la iglesia regrese a sus viejas prácticas, como el sermón dominical”, dijo. La próxima celebración de la Iglesia católica revelará si los medios de comunicación virtuales serán o no parte de la estrategia del pastoreo católico.

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