PALABRERO

No recuerdo el momento exacto en mi vida en el cual decidí convertirme en un palabrero. Y sí, después de mucho tiempo de escarbar en mi cabeza con el objetivo de encontrar la palabra correcta que definiera mi añeja pasión escondida en el fondo del baúl de mis vergüenzas, y actualmente, tan desesperadamente deseada para su proyección, sin exageración, como un acto de supervivencia.

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