Bajo el lema “En las guerras patriarcales, ser mujer es resistencia”, cientos de mujeres se manifestaron este 8 de marzo por las calles de Guadalajara, en una jornada marcada por el dolor, la exigencia de justicia y la denuncia de un sistema que, aseguran, sigue fallando a las víctimas de violencia de género.
La protesta, convocada por el frente radical feminista, partió desde la Glorieta de los Niños Héroes y concluyó en la Plaza de Armas. Durante el recorrido, se escucharon poderosas consignas: “No es desfile, es protesta”, “Vivas se las llevaron, vivas las queremos” y “Ni una más”. Al ritmo de batucadas integradas por niñas y niños, humo de colores y pancartas, las manifestantes avanzaron en una marcha que cada año cobra mayor fuerza y urgencia.
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Una protesta con nombres, rostros y heridas abiertas
Entre quienes alzaron la voz estuvieron las primas de Astrid Cruz, víctima de feminicidio ocurrido el pasado lunes 3 de marzo. Su caso ha conmocionado a la comunidad: además de la muerte de Astrid, su hijo Fernando también fue asesinado, y su hija de nueve años permanece hospitalizada en estado crítico.
Sus familiares exigieron la pronta localización y detención de Eduardo “G”, ex pareja de Astrid y principal sospechoso del crimen. El hombre ya había sido procesado por el asesinato de otra ex pareja en 2004, pero actualmente se encontraba en libertad por razones aún no esclarecidas. “Está prófugo por impunidad”, afirmaron dos de sus primas durante la manifestación.
“Hoy soy la voz de mi hija”
En el corazón de la Plaza de Armas, las organizadoras ofrecieron el micrófono a mujeres que compartieron sus historias personales. Una de las más conmovedoras fue la de Matilde Pérez, madre de Daniela Zabalza, asesinada en junio de 2023.
“El día de hoy se cumplen 628 días y aún no hay detenidos. El principal sospechoso, Aldo Sergio ‘N’, sigue prófugo. Las instituciones nos han quedado a deber, principalmente a los hijos e hija de Daniela”, expresó la mujer, visiblemente conmovida.
Matilde denunció además que, pese a una orden judicial, sus nietos aún no han sido dados de alta en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). “Hoy soy la voz de mi hija, de las que ya no están. Me han arrebatado la vida, la fe en las autoridades, hasta el miedo. Pero no me quedaré de brazos cruzados, porque tarde o temprano los responsables pagarán”, sentenció.
Violencia en el entorno familiar: del silencio a la denuncia
El micrófono también fue tomado por otras mujeres como Luna, Lina y Nataly, quienes hablaron sobre los abusos sexuales, psicológicos y físicos que sufrieron por parte de familiares y ex parejas. Una de ellas denunció que su madre sigue sin creerle que su tío abusaba de ella y de sus primas. “No son secretos familiares, es encubrir violadores”, afirmó, advirtiendo que teme por la seguridad de sus hijas ante la presencia del agresor.
Estos testimonios reflejaron uno de los puntos centrales de la marcha: visibilizar que la violencia de género no ocurre solo en la calle, sino que muchas veces se perpetúa en el hogar y dentro de círculos cercanos.
La violencia vicaria: heridas que trascienden generaciones
Otro de los temas más señalados fue la violencia vicaria, aquella en la que los agresores utilizan a los hijos e hijas como herramientas para continuar el daño contra las mujeres. Las manifestantes exigieron al Estado que se tipifiquen todas las conductas asociadas a esta forma de violencia y se garantice su castigo.
“Exigimos cumplimiento efectivo de las leyes. No se puede permitir que se minimice la violencia vicaria o se obligue a las víctimas a revincularse con sus agresores”, expresó una de las oradoras. También advirtió que, aunque en Jalisco ya existe una ley al respecto, su aplicación aún es insuficiente.
“El interés superior de la infancia debe estar por encima de cualquier derecho parental que beneficie al agresor. Un maltratador no es un buen padre”, añadieron las participantes.
Intervenciones, acciones y resistencia
Durante la jornada también se registraron acciones del bloque intervencionista, quienes realizaron pintas y daños en al menos dos sucursales bancarias, parabuses y en el edificio de la Universidad de Guadalajara. Aunque en esta ocasión no lograron derribar puertas o ventanales, debido a que fueron reforzados con materiales más resistentes, las manifestantes marcaron su presencia con intervenciones en la explanada y monumentos del lugar.
Hacia las 20:00 horas, el contingente comenzó a disolverse. La marcha culminó con una segunda movilización pacífica que había partido previamente desde la Glorieta Minerva.
El mensaje: justicia y transformación
Más allá de los números y las consignas, la marcha de este 8 de marzo volvió a poner en el centro del debate las fallas estructurales del sistema judicial, la revictimización, la impunidad y el dolor acumulado de cientos de mujeres y familias.
La protesta no solo exigió justicia, sino también cambios profundos que garanticen una vida libre de violencia. Porque para muchas de ellas, resistir no es una opción: es una necesidad.