El Zócalo de la Ciudad de México se convirtió en un hervidero de emociones y expectativas el día de la toma de protesta de Claudia Sheinbaum Pardo como presidenta de la República. Personas de todas partes del país, así como del extranjero, se congregaron para presenciar un momento histórico que marca el inicio de una nueva etapa en la política mexicana.
Entre la multitud se encontraban mujeres como Graciela, proveniente de Durango, y Gabriela, residente de la Ciudad de México, quienes compartían su alegría y emoción por el evento. También destacó la presencia de Victoria, originaria de Inglaterra, y Russell Honicker, un estadounidense que se identifica como mexicano. Russell, con su cámara analógica en mano, capturó la esencia de la celebración, reflejando un fervor colectivo por la llegada de Sheinbaum a la presidencia.
La ceremonia comenzó con la entrega de la Banda Presidencial, un símbolo del poder y la responsabilidad que ahora recae sobre los hombros de la nueva mandataria. Ifigenia Martínez, presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, fue la encargada de este acto simbólico, que marcó el inicio formal del gobierno de Sheinbaum. En su primer discurso, la presidenta hizo eco del legado de su predecesor, Andrés Manuel López Obrador, enfatizando la importancia de “hacer política con amor”.
Sin embargo, a diferencia de López Obrador, que rara vez abordó temas de igualdad de género y medio ambiente, Sheinbaum incorporó estos principios en el nuevo decálogo de la Cuarta Transformación. En su discurso, subrayó que el desarrollo y el bienestar del pueblo no pueden ser alcanzados sin un compromiso serio con la protección del medio ambiente. “El desarrollo sostenible es esencial para el futuro de nuestra nación”, afirmó.
En un momento particularmente emotivo, Sheinbaum recibió el Bastón de Mando de manos de líderes indígenas y afromexicanos, en una ceremonia que simboliza el reconocimiento y la inclusión de las comunidades originarias en la vida política del país. “El día de hoy, el segundo piso significa un paso más. Por primera vez, en 503 años, una mujer es presidenta de México. No llego sola; llegamos todas las mujeres de México”, declaró Sheinbaum, mientras la multitud estallaba en vítores y aplausos.
La nueva presidenta también hizo un llamado a la paciencia del pueblo mexicano, prometiendo que su gobierno trabajará incansablemente para abordar los “100 puntos” que ha delineado como prioridades en su administración. “Estamos en un momento de transformación profunda y cada uno de ustedes es parte de este proceso”, afirmó, generando una sensación de unidad y esperanza entre los presentes.
La diversidad de la multitud fue un reflejo de la pluralidad que Sheinbaum busca incorporar en su gobierno. Desde jóvenes estudiantes hasta adultos mayores, la asistencia fue un testimonio del deseo de cambio en la sociedad mexicana. En un contexto donde la igualdad de género y los derechos de la diversidad sexual se han vuelto temas centrales en el debate público, el discurso de Sheinbaum resuena con muchos que esperan que su administración priorice estos asuntos.
Con su elección, Claudia Sheinbaum Pardo se convierte en un símbolo de progreso y de un cambio generacional en la política mexicana. Su discurso no solo fue un repaso de sus propuestas, sino un llamado a la acción para todos los ciudadanos, invitándolos a participar en la construcción de un México más justo y equitativo.
A medida que la multitud se dispersaba, muchos compartían su optimismo sobre el futuro del país bajo la nueva presidencia. El Zócalo, que había sido testigo de tantas manifestaciones a lo largo de la historia de México, ahora se erigía como el escenario de un nuevo comienzo, con Claudia Sheinbaum Pardo al frente, marcando el camino hacia un futuro que muchos consideran prometedor.
