Por el Vocero Cibernético
La Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) enfrenta una crisis persistente y creciente: la contaminación del aire. El reciente Informe Mundial sobre la Calidad del Aire 2023, elaborado por IQAir, destaca que la ZMG ocupa el deshonroso segundo lugar entre las ciudades más contaminadas de México y el decimoquinto en América del Norte. Detrás de estas cifras alarmantes se esconde una realidad que impacta directamente en la salud de la población y el medio ambiente.
Los principales culpables de esta crisis son las partículas PM2.5, diminutas y peligrosas para la salud, capaces de penetrar profundamente en los pulmones y desencadenar enfermedades respiratorias, cardíacas e incluso el cáncer. Las fuentes de contaminación son evidentes: el transporte, la industria y la construcción lideran el ranking de emisores, con el transporte encabezando la lista de emisiones de partículas PM2.5.
La situación es crítica. Los niveles de contaminación en la ZMG han superado repetidamente los límites establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En el 2023, se registraron 118 días con mala calidad del aire, marcados por niveles de contaminación que sobrepasan los 100 puntos en el Índice Metropolitano de Calidad del Aire (IMECA).
La gravedad de esta problemática se refleja en las estadísticas de salud. Un estudio de la Universidad de Guadalajara estima que la contaminación del aire contribuye a al menos 1,500 muertes prematuras al año en la ZMG. Es una cifra que debería encender todas las alarmas y motivar acciones contundentes.
El gobierno del estado de Jalisco ha implementado algunas medidas para enfrentar la crisis, como fortalecer el transporte público, promover el uso de la bicicleta y peatonalizar algunas calles. Sin embargo, estos esfuerzos no han sido suficientes para revertir la situación. Se requieren acciones más audaces y ambiciosas, especialmente en lo que respecta a la reducción de emisiones provenientes de vehículos y la industria.
La responsabilidad no recae únicamente en las instituciones gubernamentales. Los ciudadanos también deben asumir un papel activo en la reducción de la contaminación del aire. Adoptar hábitos sostenibles, como optar por caminar o andar en bicicleta en lugar de usar el automóvil y apagar dispositivos eléctricos cuando no se utilicen, puede marcar la diferencia.
La promoción del transporte público, la construcción de ciclovías y la peatonalización de áreas urbanas son soluciones viables. Reducir las emisiones de vehículos promoviendo la adopción de vehículos eléctricos y aplicar políticas efectivas de control de la contaminación industrial son pasos esenciales.
La crisis de la contaminación del aire en la ZMG es una llamada de atención urgente. Requiere una acción concertada que involucre a ciudadanos, empresas y entidades gubernamentales. Ignorar este problema no solo compromete la salud de la población actual y futura, sino que también amenaza la sostenibilidad ambiental de la región.
La ZMG tiene el potencial de convertirse en un ejemplo positivo de cómo las comunidades pueden enfrentar y superar los desafíos ambientales. La hora de actuar es ahora. La salud de nuestra ciudad y el bienestar de quienes la habitan dependen de ello.
