Por la Redacción
En el imaginario de las ciudades, las zonas por donde circula el ferrocarril son sitios de marginación, peligro y olvido.
Estos fenómenos alrededor del derecho de vía y su oportunidad de rescatar dichos espacios públicos los ha estudiado Rodrigo Zazueta Medina, egresado del doctorado en Ciudad, Territorio y Sustentabilidad del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD).
Entre los problemas que ocurren cerca de las vías del tren, detalló, están las actividades incívicas, como tirar basura, o ilegales en general. Incluso, casos de crímenes y violencias que van desde robos, vandalismo a infraestructura del ferrocarril o la mercancía que se transporta, hasta secuestros y asesinatos.
“Los medios facilitadores de incurrencia al delito son la antípoda, dejar crecer vegetación, la falta de iluminación. Son factores muy simples, pero que tienen gran impacto en el territorio y, por lo tanto, con la sociedad. Hablar de limpieza e iluminación podría disminuir considerablemente algunas de las situaciones actuales”, indicó.
Esas condiciones, explicó Zazueta Medina, han derivado en casos que han repercutido en los imaginarios de las ciudades mexicanas por donde pasa el tren.
A estas zonas no sólo se les ve como refugio de personas sin hogar o que van de tránsito migratorio, donde se tira y quema basura, sino también como escenarios de delitos menores, e incluso los orquestados por el crimen organizado.
Esto no está alejado de la realidad. En el Área Metropolitana de Guadalajara (AMG), por ejemplo, se pueden ver puntos donde se tira y quema basura a lo largo de las vías que cruzan la ciudad de sureste a noroeste, como en el cruce de las avenidas Inglaterra y Arcos.
Además, ha ocurrido una serie de delitos en la zona habitacional irregular de Pueblo Quieto, a un costado de los rieles. Uno de los más recientes fue el hallazgo de un hombre privado de su libertad y abandonado en una alcantarilla con intención de que muriera de hambre. Dichas dinámicas son realizadas por grupos criminales, que aprovechan el olvido de las autoridades en esta zona del derecho de vía.
“Si un lugar está estigmatizado corre un fuerte peligro de que continúe así por mucho tiempo y que lo aprovechen personas para realizar actividades inciviles”, indicó.
Un entorno con responsabilidad compartida
Detalló que dentro del derecho de vía ferroviario se abarca el territorio destinado a la circulación del ferrocarril, las vías férreas, estaciones de tren y patios de maniobras, en el que sólo tienen jurisdicción la federación o las empresas de ferrocarriles.
“Este territorio, si bien es federal, se pueden dotar de ciertas responsabilidades a los municipios y estados, para que se puedan atender”, indicó.
Con ello se pueden desahogar y asumir responsabilidades en pro de generar un mejor espacio público para que no se cargue todo solamente en la federación. “La calidad del entorno desempeña un papel fundamental tanto en la seguridad como en la salud y calidad de vida de las personas”, añadió.
Recordó que la vías del tren siempre serán una cicatriz, pero eso no es una condena urbanística, sobre todo se deben mejorar las condiciones, porque incluso al lado del tren existen zonas residenciales.
“Y sí hay oportunidad de reconciliarse, y de muchas maneras: desde hacer lugares públicos, parques lineales, mejorar la infraestructura para que se vea mejor como parte del entorno, como la imagen de la ciudad, hasta la parte de patrimonio cultural, que se puede rescatar y decir que esto también es México”, describió.
Sobre recuperar las vías del tren para que dejen de ser zonas hostiles, dijo que se deben de atender con responsabilidad social, pues se corre el riesgo de caer en la gentrificación al expulsar personas que han optado por encontrar un refugio en dichos espacios.
“La reubicación debe de tener justicia social para las personas que ahí habitan, y considerar al lugar donde se va a desplazar. Es fácil decir ‘Viven ahí porque quieren’, pero hay que ver el contexto de las personas y darnos cuenta de que son una representación del poco suelo a precios disponibles, son necesidades que uno debe cubrir y el derecho de vía no suena tan mal”, externó.
Zazueta Medina dijo también que mantener los espacios de derechos de vía aislados de la gente ha condenado al peligro a estas zonas, pues en ocasiones se bardean las vías y se evita el paso peatonal.
Un ejemplo de esto son los entornos cercanos a la colonia Ferrocarril en Guadalajara, donde al confinar las vías del tren se generan condiciones de peligro para quienes cruzan avenidas y túneles, como el de las avenidas Gobernador G. Curiel y Héroes Ferrocarrileros.
El doctor Rodrigo Zazueta Medina sigue trabajando en este tema en su natal Sinaloa y actualmente trabaja en la Facultad de Ingeniería en la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS). Es maestro en Infraestructura en la Rama de las Vías Terrestres por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y licenciado en Ingeniería Civil por la UAS.