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Él me enseñó que antes de su llegada, yo buscaba un sendero que me condujera a la felicidad, hoy sé que el camino y la felicidad se encuentran dentro de mí.

ÉL ME ENSEÑÓ III

(A mi hijo Gael)

Por Iván Alatorre Orozco

Él me enseñó que antes de su llegada, yo buscaba un sendero que me condujera a la felicidad, hoy sé que el camino y la felicidad se encuentran dentro de mí.
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Él me enseñó que aún soy joven y que tengo mil objetivos y mil sueños por cumplir.
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Él me enseño que en muchas ocasiones debo escuchar más a mi corazón y menos a mi cabeza.
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Él me enseñó que la felicidad se encuentra al seguir los movimientos del sol y de la luna, al sentir el viento cuando choca contra mi nuca y al ser testigo de la intuición de las aves que siempre saben aterrizar en el sitio correcto.
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Él me enseñó que pese a que la vida nos da mil motivos para llorar, hay un millón de razones para ser feliz.
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Él me enseñó a comprender que las caídas y los fracasos deben de ser asimilados como lecciones de vida que me convertirán en la mejor versión posible de mí mismo.
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Él me enseñó que el verdadero significado de mi vida se gestó desde nuestro primer encuentro.
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Él me enseñó que la vida tiene ventanas abiertas que dan acceso a un mundo que me espera con los brazos abiertos al eterno presente.
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Él me enseñó que pese a su corto camino de vida, es capaz de reconocer mis heridas y hacer lo posible por sanarlas gracias a la ternura de su sonrisa y a la profundidad de su mirada.
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Él me enseñó que ya no debo de luchar desesperadamente por reconocimientos, a convertirme en un cazador implacable de recompensas o en un mendicante de cariño.
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Él me enseñó a enorgullecerme al aquilatar la felicidad que habita en mis saladas y húmedas lágrimas al anidarse en la comisura de mis labios.
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Él me enseñó que puedo poner un alto y decir basta a los miedos y vicios heredados.
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Él me enseñó, que juntos, tomados de la mano rodearemos a nuestro mundo entonando la misma canción de amor.
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Él me enseñó a reconocer y enriquecerme mutuamente con las personas de casa humilde y corazón inconmensurable.
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Él me enseñó que las pequeñeces son sólidas como el acero, y que el resto de las cosas, todo lo demás, las que consideramos seguras, pueden llegar a ser tan frágiles como el papel.

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2 comentarios

  1. Un café lector ector

    Hermoso fragmento, los hijos llegan para enseñarnos lo mejor de la vida ❤

  2. Verdaderamente hermoso.

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