(A mi hijo Gael)
Él me enseñó a superar mis propios límites.
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Él me enseñó que las separaciones son temporales, pero nuestro amor será eterno.
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Él me enseñó que yo era el alumno y él mi maestro.
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Él me enseñó a saber cuándo anclarme a la vida.
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Él me enseñó que no puedo evitar la llegada del dolor, pero sí está en mí el no abanderar y extender la presencia del sufrimiento.
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Él me enseñó que en la vida se aprende más escuchando que hablando.
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Él me enseñó que juntos podemos superar la oscuridad de la noche y recibir con entusiasmo la llegada del nuevo día.
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Él me enseñó que los más hermosos sueños se pueden tocar.
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Él me enseñó a controlar mi ira y a creer nuevamente en la trascendencia del amor.
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Él me enseñó que el universo cabe en la palma de una mano.
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Él me enseñó que es muy complicado amar a plenitud cuando tienes miedo.
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Él me enseñó que estando juntos, multiplicamos las alegrías y dividimos el dolor.
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Él me enseñó a arrojar el lastre que no me permitía ser libre para que juntos lográramos volar.
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Él me enseñó a tener el valor para reencontrarme y poder sanar las heridas de mi niño interior.
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Él me enseñó a soñar despierto y a vivir soñando.
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Él me enseñó a tener bien abiertos los ojos para poder reencontrarme así con esa capacidad de asombro que poseen los niños.
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Él me enseñó la real dimensión y significado de una sonrisa.
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Él me enseñó que juntos tenemos la oportunidad de decidir el camino que nos lleve a la búsqueda de la felicidad.
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Él me enseñó que un hijo habita nueve meses dentro del vientre de su madre, se le abraza hasta los siete años de edad y ensancha el corazón de sus padres durante toda la vida.
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Él me enseñó que nunca antes había tenido las manos tan ocupadas y el corazón tan rebosante de amor.
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Él me enseñó que todos somos poseedores de un alma frágil y guerrera a la vez.
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Él me enseñó, con su llegada, que mi capacidad para amar es infinita.
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Él me enseñó que su sonrisa es el sol que ilumina y da calor a mis inviernos.
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Él me enseñó, que pese a la separación física entre los dos, la luna puede fungir como el puente que nos une cuando la observamos al unísono.
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Él me enseñó que uno hace lo que puede, cuando puede, como puede y mientras puede.
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Iván Alatorre Orozco
30-enero-2022
Me encantó, todos los padres podemos sentirnos identificados con estos hermosos sentimientos.
Hermosas palabras!
Muchas felicidades, el reflejo del amor.
Los hijos siempre enseñamos, pero hay padres que no quieren reconocer esas enseñanzas, padres soberbios, que no admiran la nobleza y buena voluntad del niño. Al contrario se burlan de su inocencia y pronto quieren se hagan hombre o mujer.
Odio estos padres que son los primeros que les roban su más hermosos momentos infantiles, que es de donde se agarra todos los elementos para sentirse en confianza, seguridad y amor.
Felicito muy cálidamente a Ivan alatorre por ser un padre bueno, amoroso y cuidadoso de dejarse enseñar por su hermoso hijito Gael.