Por Iván Alatorre Orozco
Gracias, amado libro, por la oportunidad de ensanchar el fluido motivacional que corre dentro de mis venas sensibles al mundo. Te agradezco infinitamente por adentrarme en éste fascinante universo de letras que han enriquecido mi percepción sobre la vida misma. Gracias por abrirte ante mí, entero, sin tapujos, mostrándome todo lo que tú eres.
Gracias, amado libro, por recordarme que la magia sí existe, se encuentra a la vuelta de todas las esquinas, y al referirme a la palabra magia, no pretendo minimizarlo al contexto burdo y cursi con el que nos han acostumbrado desde niños. La magia radica en recuperar y nunca más perder la capacidad de asombro, en la motivación de ser parte de un sueño compartido y potenciarlo día a día, en comprender y abrazarse a la idea de que hay una nueva forma de alimentación, que nutre y fortalece espacios que nunca creímos que siquiera existieran.
Gracias, amado libro, por ensanchar mis horizontes, por dejarme ser parte de un mundo en el cual soy testigo y protagonista de mil vidas, de mil historias. Compañero, amigo y hermano de mil personajes que mantienen mi espíritu contagiado de emociones inagotables.
Gracias, amado libro, por permitirme ser el pirata que navega los siete mares, el aventurero que escala montañas, el soldado que se entrega total ante una causa justa, el amante que se desborda en pasiones que revolucionan su piel y sus percepciones del real significado del amor.
Gracias, amado libro, por dejarme ver como tus palabras vuelan en el aire de mi reconquistada capacidad de asombro, por el olor de tu cuerpo de papel y el fluido vital de tu tinta, por permitirme viajar alrededor del mundo sin abandonar mi habitación, por abrirme puertas y ventanas que me dan acceso a un mundo de a deveras.
Gracias, amado libro, por tus fecundos renglones y párrafos que alimentan a las vidas grises, a las vidas semi vacías, por obsequiarme el privilegio de vincularme con tus personajes que se convierten en mis seres queridos, en mi círculo de amistades, en integrantes de mi familia.
Gracias, amado libro, por ofrecerme las respuestas a muchas de las preguntas de mayor trascendencia en mi día a día, por tus puntos y comas que me logran posicionar y darme el respiro necesario para seguir adelante.
Gracias, amado libro, por mostrarme al mundo como es y no como debería de ser, y pese a ello, sentirme más cerca de la felicidad como nunca antes.
Gracias por acercarme al universo del saber y al de los sueños, a tus historias que no tienen fin, a tu tinta, tus personajes, a tus relatos y poemas, a tu luz que jamás encandila, a la verdad que se ubica tomada de la mano de la mentira.
Gracias, querido libro, por dejarme entender, a través de tus páginas, que puedo llegar a convertirme en el ser humano que tanto deseo, es decir, en ese ente que comprende la infinita importancia de un abrazo en el momento adecuado, en pronunciar o escribir la frase o la palabra que defina la magnitud de un sentimiento y sobre todas las cosas, en hacerme entender, que la vida, y la percepción de la misma, irradia más luz de lo que nunca hubiera soñado.