Por: Iván Alatorre Orozco
La apología de un sueño sin tiempo
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Arrastra consigo imágenes de un potencial infinito.
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Entonces llega hasta mí una fragancia que restituye y ordena.
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Que por un instante parece mostrarme un horizonte congruente
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Uno que había olvidado dentro de los polvorientos cajones de mi niñez
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Cuando la vida era sencilla
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Luminosa
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Transparente
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Y honesta
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Niñez que reconocía con inmediatez al mal intencionado
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Evidenciando su falta de virtud
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Que sabía enfrentar, pese al miedo, a un ejército de monstruos
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Repeliendo con el escudo de la verdad, a todos aquellos que se vestían con el disfraz de la bondad y el encanto
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Deseo reencontrarme con el niño que fui
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Para jamás tener que internarme voluntariamente en ninguna prisión
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Para ser capaz de abrir mis ojos a una realidad que rebosa de color
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Donde puedo desempuñar mis manos inútiles
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Para poder sostener entre mis dedos el pincel.
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Ese que se fusionará con la más hermosa paleta de colores
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Y por fin lograré trabajar en mi histórico lienzo vacío en color blanco
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Y mis atrancados ojos dignifican cada pincelada en ese lienzo color sorpresa.
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Y no tendré que aflorar más esas sonrisas amañadas en rutina
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Ni mendigaré por una palabra de aliento
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Una palmada en el hombro
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Una caricia transitoria
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Ni endulzaré falsas fantasías
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O buscaré en el desierto reconocimiento por mi esfuerzo
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Para conseguir el tan ansiado momento
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Que me colme de voluntad y fuerza
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Para levantarme del piso
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Y succionar un caudal de innecesario llanto
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Para testimoniar con apasionado juicio.
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Mi implacable e irrevocable deseo.
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De abandonar la posesión de mí mediana vida.
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Con su aberrante compilación de supuestos pecados
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Y llegar así
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A ser feliz en su real dimensión
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Y esta vez no será
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Ni por apariencia
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Y aún menos por compromiso.
18-Octubre-2021