Abordan en FICG la violencia que viven muchas mujeres mexicanas
Por la Redacción
La literatura puede influir al cine, y ambas expresiones artísticas, hermanarse para retratar la realidad de un país, para denunciar y crear consciencia entre los espectadores. Eso quedó evidenciado en la película Noche de fuego, de la directora Tatiana Huezo, filme basado en la novela Ladydi, de Jennifer Clement.
La película Noche de fuego lleva tres semanas en cartelera, y ganó el premio a la Mejor creación sonora en Cannes 2021; en la 69 edición del Festival de Cine de San Sebastián obtuvo el premio Horizontes Latinos a la mejor película latinoamericana y llegará a plataformas como Netflix.
Ladydi se centra en la violencia desde el punto de vista de las mujeres que viven dicha realidad.
Para hablar de ambas obras, tanto la escrita como la fílmica, se reunieron los productores de la película Jim Stark y Nicolás Celis, más la escritora mexicana-estadounidense Jennifer Clement, quienes impartieron la clase magistral “Noche de fuego, un estudio de caso”, bajo la moderación de Ximena Urrutia, directora de Mercado del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG).
Jennifer Clement señaló que escribir Ladydi le implicó investigar qué pasaba con las mujeres en Guerrero, México, y cómo la violencia las afectaba.
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“Conocí Guerrero y pregunté a una señora qué ocurría. Ella me contestó: “están robando a nuestras niñas”, a las que escondían en hoyos, tanto en milpas como en jardines para que no las encontraran. Al saberlo no dormí en días imaginando corazoncitos latiendo bajo la tierra, como si estuvieran enterradas vivas. Así supe que mi libro iba a ser sobre ellas”.
Señaló que Tatiana Huezo es una directora que se protege mucho. “Ella no quiso que participara, e incluso no dejó que los actores leyeran mi libro, e incluso improvisaba, de acuerdo a las diferentes situaciones de la película. Yo respeté mucho su manera de trabajar. Lo entiendo profundamente. Es un error comparar una película y una obra escrita porque son creaciones diferentes”.
El lenguaje de Tatiana es un lenguaje sin violencia, como en mi novela, el cual, sin embargo, está permeado de violencia. “Yo jamás pondría a alguno de mis personajes en una posición en la que perdieran su dignidad. Nunca escribiría yo una escena brutal porque hay un momento en que yo me enamoro de mis personajes y los tengo que cuidar y proteger”.
El productor Nicolás Celis destacó que después de conocer la novela se decidió a comprar los derechos y fue invitada Tatiana para adaptarla al cine.
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El casting empezó casi un año antes de filmar. Fueron entrevistadas niñas de diferentes partes del país. La directora quería que fueran de la montaña, no de ciudad, para trasladarlas después a Querétaro, en la que se filmó gran parte de la película. El deseo de la directora es que el filme estuviera lleno de verdad, que no se hiciera todo de manera artificial. Parte del elenco son tres niñas principales de ocho años y sus clones de trece años. “No estábamos buscando actores famosos, sino actores naturales”, expresó Celis.
El productor manifestó la importancia de hacer películas que cada vez lleguen a más gente y que a la vez nos identifiquen. “Que no sean películas llenas de calorías y poca proteína. Hay que encontrar un balance y que los directores se sigan arriesgando”.
Lo que al productor Jim Stark le atrajo de la película fue la trágica historia de estas mujeres, que crecen sin hombres y temerosas de lo que pudiera pasar. Cosas similares pueden suceder también en Estados Unidos. “Me atrae un relato universal que genera emociones y el pensar las cosas diferentes”.
Jennifer aportó su experiencia propia a través de su libro, y los detalles visuales fueron factores que hicieron que la película fuera tan conmovedora, señaló Stark.