Especialistas analizan rezago educativo en Jalisco tras pandemia
Por la Redacción
La pandemia acentuó los problemas que llevan a los jóvenes a desertar de las escuelas; por ello, la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) convocó a especialistas a dialogar sobre el tema en el panel “Resistiendo en las aulas, deserción y rezago educativo”.
El panel tuvo lugar la tarde del miércoles 30 de junio en el auditorio de la Preparatoria Vocacional de la UdeG, como parte del Encuentro Latinoamericano Juventudes en Resistencia, que se realiza del 29 al 4 de julio, con motivo del 30 aniversario de la FEU.
Ahí, el Exrector General de la UdeG, maestro Tonatiuh Bravo Padilla, externó que el problema del rezago está presente en todo el mundo, pero se acentúa en América Latina, algunos países asiáticos y de África.
“El rezago educativo es el porcentaje de personas que, debiendo haber concluido ciclos escolares, se encuentran en las edades en las que ya tuvieron que haberlos completado o no lo han hecho; o bien, que rebasaron los 15 años y no concluyeron la educación básica o los ciclos anteriores”
“En México, de cada 100 alumnos que ingresan a educación primaria, ocho no van a continuar la secundaria; de éstos, sólo egresan 72 que estarían listos para ingresar a bachillerato, y de éstos sólo concluirán 46. Al final, 24 de cada 100 llegarán al nivel superior”, informó.
Con la pandemia, agregó, el factor tecnológico fue clave para continuar con las clases virtuales, por lo que muchos en el país se vieron impedidos de continuar, porque no contaban con computadora y no tenían una buena conectividad. Pero, si suponemos que los que sí pudieron conectarse a sus clases, la pedagogía a distancia, que estaba diseñada para dichas modalidades, generó hastío, cansancio y estrés.
“¿Cuántos tuvieron que dejar de estudiar para tener que trabajar? Muchos. ¿Cuántos tuvieron que trabajar porque sus padres perdieron el empleo? ¿Cuántos lo hicieron porque sus padres vieron reducidos sus ingresos, aunque no el empleo? Entonces, la incidencia económica es un factor muy importante que tiene que ver con esto”, enunció Bravo Padilla.
Además, la propia enfermedad del coronavirus y las afectaciones de la salud mental, donde entra en juego el ánimo, la disposición y padecimientos mentales, también impactaron en el tema de la educación y, por ende, influyó en el rezago y la deserción.
“Poco a poco se empezó a diluir la concentración o interés del estudio o la carrera, que parecía una meta asequible”, recalcó.
La maestra María Teresa Prieto Quezada, académica del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas (CUCEA) de la UdeG, explicó que la pandemia ha sido un verdadero reto para docentes y familias.
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“No estamos preparados para una ruptura tan abrupta de la cultura tradicional de enseñanza-aprendizaje. En los últimos ciclos escolares difícilmente podemos hablar de avances en el aprendizaje, sobre todo en niños y niñas. Durante el confinamiento se calcula que más de 160 millones de estudiantes en el mundo dejaron de estar en sus escuelas”, declaró.
Aseguró que la brecha digital en América Latina y la falta de capacitación en los docentes fue de gran impacto para la deserción. “Algunos estudiantes no volverán a la escuela cuando se vuelva a la normalidad”, lo que derivará en un futuro laboral menos remunerado, comentó.
La maestra María González de Castilla dijo que, si bien antes de la pandemia la educación estaba garantizada, con la pandemia el acompañamiento presencial del profesorado se suplió con el de los padres.
Ante dicha situación, el estudiantado estuvo sujeto a situaciones particulares, como a la disponibilidad de sus padres para atenderlos en función del empleo que realizan, pero además del grado de estudios y las capacidades de enseñanza; por lo que la asimetría educativa fue inminente.
“Vimos que muchas veces los papás tienen una escolaridad menor que la de sus hijos”, por lo que el contexto del rezago se acentuó, detalló. “Tras un análisis, vimos que cuatro de cada cinco niñas, niños y jóvenes están en riesgo alto o medio alto de perder sus aprendizajes y no lograrlos, en su proceso de educación”.
El Vicerrector Ejecutivo de la UdeG, doctor Héctor Raúl Solís Gadea, dijo que se puede pensar en estrategias para combatir dicha problemática. “Necesitamos medir el aprovechamiento, los resultados del aprendizaje, monitorear de una manera más precisa cómo aprenden los estudiantes e incorporan habilidades y capacidades que los hagan tener éxito en su vida, en todos los aspectos; ese sigue siendo el reto de la Universidad”, compartió.
Exhortó a que para evitar las situaciones de deserción será clave que se estreche el diálogo entre profesores, estudiantes y directivos, a fin de generar condiciones de trabajo distintas, que se realicen en el aula y fuera de ésta; es decir, que se sigan aprovechando las bondades de la virtualidad.
“Hay que poner por delante el compromiso de procurar que los estudiantes sean exitosos y que su paso por la institución signifique la expansión de sus capacidades personales, emocionales, técnicas, intelectuales y morales”, manifestó Solís Gadea.
Recordó que en la UdeG cada plantel está realizando su particular estrategia para el retorno presencial a las aulas a partir de sus propias condiciones; pero que eso no implica que se vaya a regresar a la misma situación anterior.
“Debemos de propiciar una etapa distinta que implique un compromiso con el aprendizaje, del estudiante, del profesor, de los directivos para con las trayectorias de cada quien”, resaltó.