Iván Alatorre Orozco
El delirio que genera la falta del vital líquido
carcome día a día mis ímpetus primarios.
Sediento estoy al no encontrar la fuente cristalina
que me aliente a llegar a la siguiente orilla.
Sediento por la palabra que no llega
por no recuperar las ilusiones perdidas
por ensuciar con impurezas mis mejillas
por no oponerme a las sombras, que siguen estando vivas.
Sedienta mi alma se adelgaza
por no aflorar más que espanto
por retener mis tristezas
por negarle la entrada al encanto.
Sedienta mi boca enmudece
infestada por decenas de pequeñas llagas
por heridas que sepultan prioridades
por masticar las arenas del ardiente desierto .
Sediento por no alzar mi propio vuelo
por incitar una mal entendida nostalgia
por trastocar la prudencia de mis respiros
por ahogar los gritos en mi garganta.
Sediento por superar el pasado
por construir el más grande puente
por alimentar la mudanza
por saber que no habrán más accidentes.
Sediento por saborear la humedad salada
primero en forma de gotas
al reencontrarme con la pureza de las lágrimas
que dibujarán en mi cuarteado rostro
la sonrisa que aún en él habita.
Sediento por la reconciliación con el río de mis ojos
por escuchar el rugido de su torrente
por recordarme que al observarme en ellos
beberé hasta hidratar mi boca
sabiéndome poseedor del presente.
19-Junio-2021