Por Iván Alatorre Orozco
Receptáculo de cantera rosa
donde convergen sueños líquidos
cristalinos y fluidos
turbios y entrecortados.
.
Te yergues al centro del patio de la vida
te vanaglorias de ti misma
ante un público cambiante de macetas
vestidas con flores de mil colores.
.
Te expones frente a las telarañas deshabitadas
que numerosas se sostienen con dificultad
bajo cada vértice
de esa antigua finca de adobe.
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Te exhibes frente a montones de tierra sedienta
que sobrevive de las migajas de tu vital líquido
ese que se escapa de tus dominios
en forma de efímera brisa.
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Un viejo perro está echado
te escudriña con la mirada
no suele levantar la cabeza del piso
y nunca te ladra.
.
En un oscuro rincón se encuentra una oxidada bicicleta
de cuerpo pardo rojizo tapizada con el polvo del olvido,
ella espera sin importar que casi entera
se encuentre vacía de encanto.
.
Hasta ti llega un caminito de blancas piedras
te rodean desaliñados arbustos
te vigilan un par de deshilachadas sillas
te custodia un muro perimetral de bloques de adobe
y plasmada en la pintura de tu día a día
te acompaña un poco de amarillento pasto.
.
Sé que quisieras volar
que sueñas con que tus aguas
se transformen en hermoso manantial
o en río con impetuoso canto.
.
No debes de padecer
¿acaso no logras ver?
el entorno desea suavizar tu dolor
y ser también parte de tu mismo llanto.
.
Todos atesoran el recuerdo de los efervescentes veranos
de las noches nostálgicas de invierno
de las nutridas tardes lluviosas de junio
y de los vertiginosos vientos
encerrados dentro de los sueños de marzo.
Iván Alatorre Orozco
30-enero-2021