*Para Leer en Domingo
POR IVÁN ALATORRE OROZCO
Imposible no sonreír con solo su nombre escuchar.
Imposible desprenderme de la oportunidad de coincidir en tiempo y espacio a su lado, redefiniendo durante cada segundo el significado de la palabra motivación.
Imposible no perderme y encontrarme al advertir la inconfundible caricia de su voz.
Imposible no adentrarme en un universo de nostalgia, un renacimiento gélido, una tristeza efímera y un huracán de ternura cuando mi mirada logra descifrar la suya.
Imposible el no conmoverme al ser testigo de la luminosidad que proyectan sus escasas sonrisas.
Imposible no contagiarse con su compromiso para acceder en cada una de sus mañanas, tardes y noches hacia la trascendencia de la felicidad.
Imposible el no extasiarme con el movimiento de su larga cabellera de mil colores bailar.
Imposible esquivar mi mirada cuando accedo accidentalmente a la calidez de la suya.
Imposible el renunciar a la planeación de un encuentro.
Imposible no revolucionar mis sentidos al ser testigo de la sensualidad en su cadencioso andar.
Imposible dejar de observar cómo estudia cada uno de sus pasos, intentando asegurarse de pisar sobre suelo firme.
Imposible claudicar a mi latente sueño de poder a sus labios rojos besar.
Imposible convencerla del huracán de luz con que su alma humilde me enriquece.
Imposible no soñar despierto con la profundidad de sus ojos que son los dueños de la tormenta y el llanto.
Imposible no escuchar sus silencios que hablan como el viento.
Imposible no anidar mis esperanzas gracias a su sensualidad y ternura, en sus mañanas luminosas y sus noches místicas y en un horizonte junto a ella que no será menos que infinito.