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MARADONA, LA GRAN MENTIRA

PULSO CRÍTICO

Héctor M. Ramos

Era de esperarse y solo eso faltaba: la muerte de Diego Maradona cerró su historia convulsionando a toda la Argentina y cimbrando al mundo del fútbol.

Aunque no son viables las comparaciones en el fútbol, sobre todo las de Maradona con Pelé, Di Stefano, Cruyff o Messi; porque simplemente jugaron en distintas épocas, con exigencias físicas diferentes, con mejores o peores compañeros de equipo (el futbol es deporte de conjunto) y porque tampoco existe un parámetro adecuado para medirlos ya que la estadística en productividad, en copas mundiales ganadas, en partidos jugados, en goles, etc. no son ni serán suficientes para saber quién es o fue el mejor.

Lo que es indiscutible es la vox populi que emana de la mayoría de aficionados, fanáticos, periodistas, futbolistas y exfutbolistas quienes coinciden en señalar que hasta hoy Maradona y Pelé son los dos más grandes futbolistas que ha conocido el mundo.  Y de entre ellos dos, el que más le guste a cada quién ¡será el mejor!

Por muchísimas razones exclusivamente futbolísticas, yo me inclino – literalmente – por Maradona, porque ni yo, ni nadie, tenemos derecho a juzgar su vida privada, de la que nunca fuimos parte.

Me inclino por Maradona, porque no he visto un futbolista más descarado, creativo, talentoso, impredecible y mágico que él. Nadie ha sido capaz de hacer con la pelota todo lo que hacía, ni ponerla con su zurda donde quisiera con una exactitud milimétrica. Como no admirar el llamado gol del siglo ante Inglaterra con tantas connotaciones extra futbolísticas, el gol imposible hecho a la Juventus en 1985 desafiando las leyes de la física, el mejor calentamiento de la historia hace 30 años balando al son de “life is life”, sus malabares con pelotas de todos los tamaños, sus gambetas inigualables, sus driblings endemoniados, sus derribadas y recuperadas del piso, sus gambetas, su pique en corto, sus goles hechos poema y tantas cosas más. Son momentos que gracias a la tecnología disfrutaremos una y mil veces.      

    

Me inclino también por él, porque como todas las leyendas murió antes de lo esperado, porque generó el mayor interés extra cancha que cualquier otro futbolista, porque nunca ocultó las dos caras de su vida (la admirable y la avergonzarle), porque salió bañado de gloria del estadio Azteca y de vergüenza en el mundial de USA, porque la pelota no se mancha, porque que no quiso un Ferrari que no tenía estéreo, porque la mafia napolitana hizo que le devolvieran un reloj robado, por las canciones y los documentales en su favor, por la iglesia en su nombre, por sus acciones altruistas anónimas, porque primero amó y luego odió a compañeros y representantes, porque se entrevistó a sí mismo dando gracias a la pelota y reconoció que haber consumido cocaína daba ventaja a sus rivales y no a él, porque hasta en su velorio movió multitudes y generó polémicas, porque que rompió la hegemonía brasileña, porque tocó fondo con los excesos …. etc. 

De todo lo mucho que se ha dicho en estos días, vale la pena lo externado por su excompañero campeón mundialista Jorge Valdano que sostiene con esa claridad de filosofo del futbol que ostenta, que Diego terminó pagando el más alto precio al recorrer el camino del ser humano al mito, que como futbolista no se le puede reprochar porque no tenía defectos y el hombre fue una víctima del personaje que todos creamos al elogiarlo sin piedad. Diego sufrió como nadie la generosidad de su destino.

Que decir de lo expresado por el periodista brasileño (de origen argentino) Diego Román, quien afirma que Maradona fue una gran mentira, tan descarada y exagerada que no puede ser verdad, porque no puede ser que un jugador de 1,65 de estatura fuera tan fuerte e indestructible, que no puede ser verdad que se le admire por meter un gol ilegal con la mano y a los pocos minutos meta el gol del siglo para “lavar su pecado”, debe ser un engaño que como deportista haya caído en las drogas, lo que podría ser la ruina de cualquier ídolo, pero que aun así, todo se le perdonara y algunos lo vean como su Dios. Maradona es una mentira porque es una ficción, es una fantasía, es una película “demasiado exagerada”, es la exageración, la falta de comprensión, la ilusión y la esperanza de que con “huevos” se puede hacer cualquier cosa. Maradona es sobrehumano. La última mentira que contamos de él es que murió, porque la verdad es que vivirá para siempre.

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