POR IVÁN ALATORRE OROZCO
Desearía poder construir mil puentes que me dieran acceso a mil enriquecedores nuevos destinos.
Desearía poder dimensionar cada mañana la magnificencia del azul resplandeciente del cielo o de su misticismo durante un día nublado.
Desearía que el fruto de mi trabajo personificara un acto de fidelidad hacia mí mismo y no solo una repetitiva y monótona actividad física o mental.
Desearía no tener que bajar la mirada o colocar mi antebrazo frente a mis ojos cuando el destello de una nueva y cálida luz apareciera en mi vida.
Desearía poder convencer a mis manos de su capacidad creadora, de la oportunidad que poseen para entregarse a través del contacto con otra piel y de navegar hasta la frontera del paraíso cuando reciben una sutil caricia.
Desearía que mis lágrimas significaran algo importante, y no solo un riachuelo de agua salada vertida que se pierde en la inmensidad de un océano sinsentido.
Desearía que el dolor fuera algo más que el recordatorio permanente de la fragilidad de mi cuerpo, desearía que ese dolor se convirtiera en algo muy íntimo y que se vinculara tanto con mi piel como con mi alma.
Desearía que la melancólica melodía del pasado significara más que una simple unión de acordes y letras, de palabras o frases perdidas en el viento.
Desearía que la noche no representara solo oscuridad, el fin de un ciclo o la resignación sobre todo aquello que no pudo ser.
Desearía encontrar el hilo conductor que me abriera la puerta hacia donde habita la calidez del corazón humano.
Desearía que sus pasos no fueran los de un autómata, que su gélida voz se vinculara con el fuego de sus ojos para que mi andar se tropezara con su andar, para así jamás vernos en la necesidad de ignorar el cruce de nuestras miradas.
Desearía que las acciones se ubicaran en un pedestal mucho más alto que las palabras.
Desearía poder fusionarme diariamente con el amor en cualquiera de sus presentaciones.
Desearía que la construcción de mi cielo no coartara mi esperado despegue hacia un horizonte infinito.
Desearía, sencillamente, desearía no desear tantas cosas.