Pulso Crítico
Héctor Manuel Ramos Preciado
“Podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo”. Voltaire
Actualmente los periodistas más importantes de cualquier medio de comunicación aprovechan las ventajas de las redes sociales para acrecentar su influencia social y algunas veces con sus opiniones llegan a definir la agenda informativa del medio. La prestigiosa e influyente organización periodística británica British Broadcasting Corporation (BBC), ha puesto hoy en el debate mundial el derecho de sus periodistas a opinar libremente en redes sociales. Los actuales directivos de la BBC consideran que la desmesurada y descontrolada actividad de sus reporteros, principalmente en Twitter, han dañado seriamente la objetividad del medio y ante tal “problemática” sugieren la elaboración de manuales que fijen las reglas y los límites de la actividad de sus reporteros en las redes sociales. La idea u ocurrencia no es gratuita, ya que algunas opiniones de colaboradores de la BBC han generado intensos debates que han llegado hasta el parlamento inglés, donde erróneamente se ha asumido que en algunos casos la opinión del periodista refleja la postura del medio sobre determinado tema. Esto prendió focos rojos en la empresa a tal grado que su nuevo director Tim Davie (estrenado apenas el 1 de septiembre de 2020), mandó un mensaje claro: Quienes colaboran con la BBC (que es quien les paga) tienen el derecho de opinar libremente en redes, pero deben elegir entre ese camino o seguir en la BBC.
Para muchos, entre los que me incluyo (aunque a la BBC le importe un bledo) la actitud del nuevo CEO de la BBC es un atentado a la libertad de opinión y de expresión que contraviene el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que señala: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. Artículo, que tanto en Gran Bretaña como en México y la mayoría de los países del mundo, se encuentra elevado como un derecho humano de rango Constitucional.
La polémica del medio inglés sobre la libertad de opinión en redes, puede terminar como un duro golpe para la BBC si alguno de sus periodistas llegase a solicitar la intervención de las autoridades para preservar y salvaguardar su derecho a la libre expresión y opinión; en cuyo hipotético caso la justicia deberá fallar en favor del colaborador. Pero…. el periodista sufriría consecuencias legaloides que terminarían con su carrera en el medio por haber desafiado al poder (condición humana, pues).
Este conflicto de la BBC lo podemos encontrar en casi todos los medios importantes del mundo ya que en ellos escriben periodistas o líderes de opinión que a lo largo de su carrera se consolidaron tanto que llegan a influir mucho más que los demás colaboradores del medio. Las opiniones de esos periodistas son las más buscadas en Twitter para ver su postura en el tema de moda, pues generalmente tienen una visión interesante, crítica y diferente a la que comúnmente tienen los demás. En México sobran ejemplos de estos casos: Carmen Aristegui, Julio Hernández, Pascal Beltrán del Rio, Denise Dresser, Raymundo Riva Palacio, por citar algunos.
Cabe aclarar que opinión e información no es lo mismo. La opinión (tema en conflicto), junto con todo lo que publica el medio (caricaturas, análisis, reportajes, entrevistas, comunicados, boletines, cartelera de cine, etc.) también es información y muy importante, por cierto.
Dentro del marco de las libertades, que son el baluarte que ha sostenido a los medios y que ahora se han potencializado al infinito por el imparable crecimiento de la información a través de las redes sociales, los medios, en todo caso deben procurar o regular que las opiniones de sus colaboradores sean transparentes y que no sean utilizadas para obtener algún beneficio personal; en cuyo caso el autor de la nota u opinión estaría faltando a su ética y al profesionalismo. Finalmente, los lectores también tienen el derecho a ser informados en forma veraz y oportuna o el de elegir lo que quieren leer, aunque se aparten de estos principios.
En el fondo el problema no es Twitter, ni alguna otra red social, pues en ellas concitan además políticos, artistas, deportistas, luchadores sociales, influencers, etc. para medir su peso social. El problema entonces se llama ejercicio de las libertades con responsabilidad, porque cuando la transparencia y la verdad son los ejes por los que transitan las opiniones, no debe haber conflictos entre directivos y colaboradores de ningún medio de comunicación.