PULSO DIRECTO….
HÉCTOR MANUEL RAMOS PRECIADOL
Una cosa es que el ahora ex ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) Eduardo Tomás Medina-Mora Icaza sea indefendible, y otra, también indefendible, es la forma (o falta a las formas) de como se llevó a cabo el proceso de su renuncia y salida fast track de la SCJN.
Luego de una larga y (hasta hace unas semanas) exitosa carrera en el servicio público federal, donde llegó a ostentar cargos tan importantes como director del CISEN, titular de la PGR y embajador de México ante Estado Unidos de Norteamérica y el Reino Unido, carrera que parecía haber coronado con su llegada a la SCJN mediante el apoyo incondicional de Enrique Peña Nieto; esta llegó a su fin, y no nomas eso: Se espera que en fechas próximas estemos hablando de un prófugo de la justicia, en cuyas manos, se llegaron a confiar puestos estratégicos para la seguridad pública y la seguridad nacional. ¡Oh paradoja!
La salida de Medina Mora de la Corte debería ser plausible por muchas razones y tal vez la más importante sea que los ministros de la SCJN dejaron de ser intocables, hecho que cobra relevancia ante la inobjetable realidad en el tema y las declaraciones de algunos de sus ministros actuales de que la corrupción los ha permeado. Sobre el mismo ministro defenestrado pesan graves acusaciones del titular de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda Santiago Nieto Castillo, como la acumulación de una enorme fortuna de él y de sus familiares más cercanos (coartada preferida para ocultar dinero proveniente de la corrupción) que no corresponde a sus ingresos, el de utilizar su posición en la SCJN para beneficiar a cierto grupo político y de establecer criterios jurídicos en la Corte para impedir el bloqueo de cuentas bancarias al crimen organizado.
La burda manera (sin respetar la forma) en que Medina Mora renuncia a su cargo y esta le es aceptada primero por el presidente López Obrador y luego ratificada por el Senado de la República, es poco menos que vergonzosa; pues se trata de la renuncia de un prominente miembro de la última y más importante instancia garante de la Justicia, el respeto a las Leyes y el orden Constitucional de nuestro país; cuyo miembro por más señalado que estuviera, debió haber dejado el cargo en la forma señalada el artículo 98 de la Constitución, que dice: “Las renuncias de los Ministros de la Suprema Corte de Justicia solamente procederán por causas graves; serán sometidas al Ejecutivo y, si éste las acepta, las enviará para su aprobación al Senado”.
Aunque “causa grave” hay más de una, como las ya señaladas, jamás el ministro fundamentó su solicitud de renuncia en alguna causa grave. Hasta ahí como quiera, pero lo más reprobable es que tanto los encargados de los otros dos poderes (Ejecutivo y Legislativo) le hayan aceptado la renuncia sin haber cumplido ese pre requisito, atropellando con ello “Los Tres Poderes” (casi nadie) a nuestra Constitución.
Si el ex ministro los metió (a propósito, por supuesto) en el galimatías de no plantear su renuncia de manera correcta, mínimamente debieron conminarlo a que lo hiciera de forma correcta u optar por la vía que señala el artículo 110 Constitucional y someterlo a juicio político. Nada de eso aconteció y Medina Mora se fue por la puerta de atrás, dejando un tufo a estiércol en el mismísimo seno de la SCJN.
El cochinero en el caso Medina Mora no tiene lógica, pero si tiene sentido y esta apunta a tres posibles causas:
1: No quisieron someterlo a juicio político para evitar desgate en el poder legislativo y/o no exhibirse, si sale impune de la pretérita acción de la justicia.
2. Se negoció su salida por ser de un grupo político en decadencia, para poner un ministro afín al actual grupo en el poder.
3. Se negoció su renuncia exprés a cambio de impunidad total.
“Haiga sido como haiga sido”, gobiernos van y vienen prometiendo el anhelado cambio y nada cambia verdaderamente en este país.
Nada justifica, que se siga pisoteando la Constitución y menos que lo hagan los máximos garantes de la misma.
La sociedad tiene el derecho Constitucional de saber las causas reales y formales de la renuncia de Medina Mora, porque casos como este pueden sentar las bases para un verdadero combate a la corrupción y a la impunidad, pero quienes conducen nuestro país, siguen nadando en círculo.