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De Populismo a Populistas

Aunque el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define (en sentido despectivo) al populismo como una tendencia política que pretende atraerse a las clases populares, esa definición se queda corta para explicar este concepto difícil de definir, pero tan usado y hoy tan de moda en todo América. Ya no se diga en México, donde en plena efervescencia electoral tachar a alguien de populista, es como acusarlo de político insano.

La dificultad para definir “populismo” tiene diversas razones, una de las principales es que ningún político – excepto Barack Obama, con ciertos matices – se atreve a declarase populista y eso dificulta poner ejemplos. Sin embargo, se nos facilita entenderlo cuando vemos un político sembrando la división, descalificando siempre a los demás, auto asumiéndose como el único representante del pueblo, haciendo promesas electorales difíciles de cumplir, etc. Entonces si decimos ¡Ése es populista!

En el ámbito académico, el populismo se ha vuelto polémico porque algunos alegan que no existe, otros afirman que posibilita cambios, otros más que es un cáncer que corroe a la democracia y algunos simplemente lo ven como un instrumento más de la política. Lo importante del concepto “populismo” es que sin él no se puede entender actualmente la política hemisférica.

Es un error creer que el populismo solo se da en los políticos de izquierda, donde sobresalen Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela, Abdalá Bucaram en Ecuador, Evo Morales en Bolivia, etc. También existe el populismo liberal o de derecha como el de Fujimori en Perú, Álvaro Uribe en Colombia y el actual presidente norteamericano Donald Trump.

Para entender mejor el populismo el sociólogo ecuatoriano Carlos de la Torre en su libro “Populismo del siglo XXI” concluye que el populismo es un discurso y una estrategia política ideológicamente indefinida, para llegar o ejercer el poder, por parte de líderes que buscan el apoyo directo, no mediado ni institucionalizado, de un gran número de seguidores. El populismo no puede ser visto ni como una etapa en la modernización de la sociedad ni como una anomalía.

Los discursos populistas fueron los mecanismos a través de los cuales se dio la primera incorporación de los excluidos a la política y es parte constitutiva de la modernidad latinoamericana. Ha mostrado, al mismo tiempo, rasgos democratizadores que autoritarios. Surge cuando los gobiernos en turno fallan (principalmente por corruptos) en su misión de regular con bienestar a la sociedad civil y no se consolidan las instituciones que garantizan un Estado de derecho. Algo que no sucede en México, ¿verdad?

Aunque no es regla, el populismo radical frecuentemente entraña el peligro de generar expectativas, que en la mayoría de los casos superan las posibilidades de cumplirse ya instalados en el poder.

Es indiscutible que el populismo está presente en el actual proceso electoral mexicano, como lo ha estado en casi todos los procesos electorales contemporáneos de América Latina y aunque parece que solo es populista aquel candidato al que le cuelgan ese adjetivo, la realidad es que, en la mayoría de los casos los acusadores cojean de la misma pata.

Si tomamos en consideración que el populismo generalmente es un discurso que busca romper la institucionalidad existente creando antagonismo entre grupos y puede ser tanto de izquierda como de derecha; cabe una obligada pregunta: ¿Cuál de los actuales candidatos a presidente de la República, gobernador y presidentes municipales le parecen populistas? Usted amable lector de MINERVA tiene la respuesta en la punta de su honrosa la lengua

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