Todo parece indicar que el conflicto entre el Ayuntamiento de Guadalajara encabezado por Enrique Alfaro y los aproximadamente 300 propietarios y operadores de las calandrias del centro de Guadalajara, podría innecesariamente raspar la tan cuidada imagen del alcalde tapatío en su carrera a la Gubernatura.
La prohibición del Ayuntamiento de Guadalajara a través de modificaciones al Reglamento de Control y Protección Animal para operar las tradicionales calandrias obedece al consejo de grupos de la sociedad protectora de animales, quienes, de buena fe, pero de manera infundada convencieron al alcalde de que los caballos de las calandrias son maltratados.
Si bien es cierto que en la decisión se tomó en cuenta la opinión de organizaciones civiles de protección a los animales, también en cierto y no menos importante, que se pasó por alto la opinión de los verdaderos expertos en el tema: la Asociación Mexicana de Médicos Veterinarios Especialistas en Equinos (AMVEE). Gremio de gran prestigio incluso internacional, entre los que destacan prominentes especialistas en la atención y manejo de los equinos como los MVZ Rubén Anguiano Estrella y Jorge Plascencia Botello, este último actual presidente nacional de la AMVEE; mismos que con sus colaboradores cada seis meses dan atención médica (preventiva y curativa) gratuita a los caballos de las calandrias y quienes han certificado que el manejo y trato de los caballos de las calandrias tapatías no puede considerarse maltrato animal.
El uso de los caballos para tirar carruajes es una tradición mundial histórica y cultural vigente, que debe preservarse. Desde que el hombre domesticó ciertas espéciales animales se les asignó una función zootécnica, por eso hay caballos de carreras, de salto, para doma, para terapia, para charrería, de tiro, etc.
El caballo provine de África, donde en un día se dan temperaturas extremas de entre 40 grados centígrados en el día y menos uno por la noche, por lo que el clima de Guadalajara (uno de los mejores el mundo) no les afecta más que a las personas que aquí vivimos, además el caballo puede erizar su pelo para provocar mayor ventilación de la piel.
El caballo de tiro como el caso de las calandrias, es un animal noble, de conducta apacible (para evitar accidentes), por eso se le suele ver aburrido lo que se confunde con tristeza. El caballo debe además trabajar para quemar el alimento (como cualquier especie); no moverse le afecta su salud y expectativa de vida.
Los operadores de calandrias han manifestado que fueron engañados por su anterior líder, quien a sus espaldas negoció con el Ayuntamiento tapatío, ya que primero les habían prometido cambiar sus calandrias por los nuevos carruajes sin caballo y con motor eléctrico y ahora se los quieren dar en comodato, obligándolos a responder por posibles daños por 500 mil pesos, cuando los carruajes fueron regalados al Ayuntamiento y valen menos de la mitad de esa cantidad. Ahora están en pie de lucha, desconocieron a su anterior líder y nombraron a uno nuevo e intentan revocar la decisión del Ayuntamiento tapatío demostrando que no maltratan a los caballos, tirando para ello una calandria con una persona.
Resulta además raro que nadie ha explique porque los grupos protectores de animales no luchan con la misma firmeza contra los otros poseedores de caballos, la fiesta de los toros, los gallos, la charrería etc. y en cambio sí se fueron “con todo” contra 300 personas de origen humilde, para los que el caballo representa el sostén de sus familias.
La lucha podría alargarse y desgatar de manera innecesaria al alcalde tapatío, por lo que lo sano pudiera ser buscar una salida que deje satisfechos a los bandos en puga. Opciones hay varias, solo es cuestión de voluntad y apertura.
El arquitecto Jorge Fernández Acosta demostró recientemente que jalar una calandria no representa maltrato alguno, los caballos, dijo, están capacitados para el esfuerzo físico y es parte de su naturaleza.
