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Sin Promesas

PILAR PORTOCARRERO

Cuando era niña vivía esperando las promesas de mi padre: “Cuando llegue de viaje iremos al río” “Espérame que yo te acompañaré” “La próxima vez que juegues iré a verte”, etc.

No siempre cumplía lo que decía, pero me acostumbré a arrancarle promesas solo por la ilusión que me daban el esperarlas, aunque en el fondo sabía que tal vez saldría con alguna excusa que si estaba cansado, ¿yo te dije eso?, háblalo con tu madre.

Pasó el tiempo y seguí inmersa alrededor de promesas que empecé hacerme: “Prometo que no volverá a afectarme esto” “Prometo que es la última vez que me ofenden” “Prometo que tendré más cuidado”; promesas que le hacía a mi Corazón de Jesús, de quién soy muy devota, y que tampoco lograba cumplirlas.

Luego descubrí que la desazón que sentía en contra mía tenían su origen en las promesas incumplidas, que me llevaron a la frustración, la baja autoestima y a sentirme perdida y sin dirección.

A veces podemos lidiar con promesas que hacemos a los demás y que por diversas razones no se hacen realidad, pero aquellas que nos atañen directamente siempre quedan pendientes, y van cavando un hoyo en nuestra alma que necesita que la ayudemos a sentirse en paz.

Cuando me di cuenta de esto, también reparé de qué pie cojeaba, y decidí ir paso a paso y comenzar de nuevo. No es fácil romper con las promesas cuando te aferras inconscientemente a ellas como una salida para determinados conflictos.

Empecé a leer mucho sobre el autoestima, el cómo perdonarse; por qué solemos aferrarnos a personas y situaciones que a pesar de que nos hacen mal, no podemos poner distancia. Y así fui empoderando mi interior dentro de un proceso que duró algunos años.

Hoy vivo sin promesas pero firme en mis convicciones. Sé lo que no me gusta, conozco la piedra que no quiero volver a patear, y solo quiero sumar cosas buenas a mi vida. No necesito de promesas para huir, solo me alejo de gente tóxica y ya no doy segundas oportunidades a nadie. Porque quién te ama o te aprecia como amiga nunca te fallará, podrá tener errores y defectos como cualquiera, pero nunca herirá tu corazón llevándote a cubrirte con promesas que actúan como escudos y que terminan haciéndonos más daño.

Pilar

“Soñar es solo el principo”

 

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