ANTONIO VALLADARES
Gilberto Moreno era profesor del ITESO hasta que algunas mujeres que ondean la bandera del feminismo se le aparecieron en el camino.
A principios de 2015 Gilberto escribió un texto literario de ficción titulado Necrofilias que compartió con varios maestros, alumnos y también en una lectura pública de Dime Poesía en la biblioteca del ITESO. En octubre de 2016, una alumna señaló que “[Necrofilias] le provoca nauseas” y que “no podemos permitir que se sigan normalizando textos como éste: donde una mujer es asesinada violentamente”. (Aunque una lectura atenta del cuento aclararía que no se mata a nadie y que todo son posibles representaciones en una obra de teatro cuyo guion aún no se ha terminado de escribir). Esto dio pie a que una asamblea de feministas considerara que era inadmisible que el autor de un texto como Necrofilias formara parte de la comunidad universitaria y las autoridades académicas del ITESO se plegaron dócilmente y de forma acrítica a esas exigencias. Se le impidió al profesor terminar de impartir las materias asignadas ese semestre y además se le prohibió ingresar a la universidad, ignorando completamente sus derechos como egresado y exalumno.
Gilberto ha tratado de reivindicarse, demostrando que su texto es parte de la cultura y que no hace apología de la violencia contra las mujeres, pero las autoridades del ITESO han sido arbitrarias con El, apostándole al olvido y al silencio, ignorando deliberadamente la propia normativa interna del ITESO. En el Estatuto Orgánico del ITESO, sección 8.4, se establece como un derecho del personal académico: Expresar libremente sus ideas con el respeto debido a terceros. La manifestación pública de ellas no será motivo de amonestación alguna, interpelación, ni de juicio ante las dependencias universitarias.
A pesar de que el ITESO se promueve como un espacio abierto para la discusión de ideas, incluyente, atento a las causas sociales, culturales y políticas: “Libres para crear, libres para transformar” a Gilberto no se le dio la oportunidad siquiera de defender su creación literaria, mucho menos de valorarla.
Gilberto desde entonces ha luchado por defender su libertad de expresión y demostrar que esta no atenta contra ningún grupo o personas. Incluso con sus propios recursos (que le son escasos) pagó un desplegado de una plana en la revista Proceso, planteando ahí varias interrogantes a la institución educativa. Hasta hoy el ITESO sigue guardando silencio.
En la próxima semana, Gilberto Moreno planteará de su puño y letra su propia versión de cómo fue excluido de una comunidad universitaria por intentar crear arte.
El profesor Gilberto Moreno