Cada vez escucho a más personas que manifiestan que vivimos en uno de los peores momentos de la historia de nuestro país, el motivo de su afirmación es la agobiante impunidad, la corrupción, la falta de principios y de valores que permean entre la sociedad mexicana como jamás había sucedido.
Los ciudadanos estamos pagando un precio bastante alto por no habernos involucrarnos responsablemente en la elección de nuestras autoridades, me refiero particularmente a esos gobernantes que en lugar de cumplir con la obligación de servirle a la sociedad, la despojan vorazmente de los recursos que las personas aportan a través del pago de sus impuestos.
Esa aportación que con mucho esfuerzo hacemos los individuos con la esperanza de mejorar la infraestructura social y por ende alcanzar un mejor nivel de vida para todos los que habitamos este maravilloso lugar, se desvanece poco a poco cuando vemos que ahora lo más común es que los gobernantes saqueen impunemente cantidades estratosféricas del erario público sin consecuencias o con sanciones verdaderamente irrisorias.
La insensibilidad de estos desvergonzados compatriotas ha llegado a niveles intolerables, porque actualmente ya no se conforman con sustraer el dinero de las arcas gubernamentales hasta dejarlas vacías o con críticos endeudamientos, se han señalado a varios funcionarios públicos de recibir dinero de la delincuencia común y/o de la organizada, a cambio de dejarlos operar sin ninguna limitación, es decir es como si se les otorgara una licencia oficial para delinquir.
Los grupos criminales pueden, robar, extorsionar, despojar, secuestrar, lesionar y hasta asesinar a cualquier ciudadano sin que haya la más mínima posibilidad de que un día se investigue, se esclarezca y se castigue a los delincuentes que cometieron cualquiera de estos delitos.
Y por si fuera poca cosa, algunos de nuestros representantes gubernamentales, se otorgan sueldos y compensaciones exageradamente cuantiosas, como si estuvieran realizando una función eficiente e impecable, el cinismo de nuestros gobernantes es tan grande que varios productores de telenovelas, series de televisión y de cine han llevado estas decepcionantes historias a sus respectivos medios.
Tristemente la inacción y la ineficiencia de nuestras autoridades, sigue favoreciendo la cada vez más creciente inseguridad pública y una ausencia casi total de justicia para la población civil.
No hay sector que se salve de las injusticias que vivimos a diario, el religioso esta reportando con más frecuencia robos de diversos artículos en sus santuarios y una serie agresiones violentas a los miembros de sus congregaciones, el empresarial, padece de extorciones, robos internos, de autos, mercancías, de asaltos a sus empleados y a sus establecimientos.
Los que colaboramos en algunos medios de comunicación, vivimos horrorizados de cómo le quitan la vida continuamente a varios periodistas ilustres, sin que la mayoría de estos casos se esclarezcan y mucho menos se castigue a los responsables.
Pareciera que con esas continuas agresiones a los comunicadores y a los medios de información, se pretende desalentar las investigaciones de corrupción y de infamias que se viven cotidianamente en esta nación.
Los defensores de los derechos humanos y representantes de algunos colectivos de desaparecidos, también están siendo arteramente ultimados sin el más mínimo apoyo de las autoridades, aun cuando varios de ellos han reportado previamente las amenazas de muerte de las que fueron objeto.
Otro fenómeno que empieza a tomar fuerza desde hace años, es de los casos donde los habitantes de algunos pueblos y de algunas ciudades empiezan a hacerse justicia por su propia mano, luego de que la población manifiesta su hartazgo de ser víctima de casi todo el catálogo de los delitos del código penal, sin que las autoridades cumplan con la obligación de garantizar la paz, la seguridad y la justicia, ya en el pasado hemos visto como algunos ciudadanos han tomado en sus manos la justicia a través de algunos grupos de autodefensas, este escenario de ninguna forma es el ideal, no obstante pareciera que es la única opción que le están dejando a los residentes honestos y trabajadores para defender su vida, su familia y sus bienes.
Po esa razón es urgente y vital que se recobre de inmediato el auténtico estado de derecho, de seguir con estas simulaciones se corre el grave riesgo de un colapso social y al parecer nuestras autoridades se están tardando o carecen de la sensibilidad para reconocerlo.