Al igual que muchos ciudadanos el pasado jueves 27 de abril, fui objeto de la imparable delincuencia que azota la zona metropolitana de Guadalajara, resulta que ese día aproximadamente a las 14:30 horas nos detuvimos en un restaurant de comida que se localiza frente a la escuela secundaria técnica núm. 87, en la carretera a San Isidro Mazatepec del municipio de Tlajomulco de Zúñiga, con la intención de consumir algunos alimentos y al salir del establecimiento encontramos el vehículo en el que nos trasladamos con un cristal totalmente quebrado de una de sus ventanas, al revisar la unidad notamos que habían sustraído una maleta con documentos.
A la misma hora que nos rompieron uno de los cristales de la unidad que nos transportó para sustraer la maleta que se encontraba en su interior, en un negocio de plásticos ubicado en la esquina de las Avenidas Federalismo y Niños Héroes, en pleno centro de la ciudad de Guadalajara, otros malhechores estaban asaltando a los responsables y a los clientes del comercio.
Tristemente pareciera que es cuestión de tiempo para que todos seamos víctimas de los delincuentes que ya no respetan nada, no importa el día, la hora o a que te dediques, los ladrones tienen el control de la inseguridad ante la evidente incapacidad de los funcionarios de gobierno responsables de la seguridad pública, la procuración y la impartición de justicia.
La decepción, la impotencia y el hartazgo de la población está llegando a niveles verdaderamente alarmantes, al grado de que en días pasados los habitantes de dos colonias ubicadas en Tonalá y Zapopan pusieron algunas lonas de advertencia a los amantes de lo ajeno, donde se consignaba que si los sorprendían delinquiendo en esos territorios no los entregarían a la policía, sentenciando que los colonos se encargarían de castigarlos.
Por otra parte empiezan a circular videos en las redes sociales donde algunos individuos realizan actos de justicia por su propia mano, golpeando o humillando a varios presuntos responsables de cometer algunos robos.
Lo anterior es una muestra indudable del eminente divorcio que se está generando gradualmente entre la sociedad y sus autoridades, porque los ciudadanos están dejando de confiar en sus gobernantes, así que de no actuar con rapidez y eficiencia podría haber más acciones desesperadas de la ciudadanía para defender su patrimonio, la integridad de su familia y su propia vida.
Gobiernos de distintos partidos van y vienen y ninguno ha sido capaz de cumplir con la importante obligación de proporciónale la seguridad y paz a la sociedad, ya son muchos los ciudadanos que pierden la vida absurdamente en hechos de violencia para arrebatarles sus pertenencias, en contraparte son pocos los casos que se han resuelto y menos aun los que han terminado en castigos ejemplares para inhibir el incremento de esas desagradables experiencias.
Si los políticos verdaderamente quieren contar con nuestra confianza y apoyo, entonces que nos demuestren con hechos que no les quedan grandes las funciones para las que fueron elegidos, ya son muchos los que prometen mejorar la seguridad pública y en la práctica nos han demostrado que no pudieron hacerlo, lo imperdonable es que durante sus administraciones solo permitieron que se agravara la inseguridad.
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