Cada etapa tiene su encanto, y la sabiduría que vamos adquiriendo es por todo lo que vivimos en medio de lágrimas, sonrisas, ilusiones y desengaños.
A lo largo de los años nos hacemos más fuertes, y descubrimos que a pesar de estar en base cinco, seguimos sintiéndonos jóvenes y lindas; y reflejamos ese brillo que nos da el sentirnos seguras y confiadas de lo que somos.
Es cierto que no tenemos el cuerpo perfecto, pero sabemos sentirnos sexys olvidándonos de las arrugas y la flacidez. Somos más conscientes en nutrir nuestro espíritu porque aprendemos que ahí encontramos nuestra fortaleza.
Una mujer de cincuenta sabe escuchar, es paciente y no se hace problemas por cualquier cosa, hemos aprendido a abrir nuestras mentes al cambio, y estamos listas para continuar en esta etapa con las fuerzas de cuando teníamos veinte años.
Somos más asertivas, creativas y ambiciosas, y afrontamos la vida con más pasión, enfocándonos en la meta que nos proponemos alcanzar.
Revaluamos nuestras prioridades solo para descubrir que ya es tiempo de estar adelante, y empezamos a vivir nuestra segunda juventud.
Algunas siguen casadas, hay muchas viudas, divorciadas y separadas; y para las que siguen en pareja es un buen momento para reencontrarse y volver a disfrutar del amor. Y para las que estamos solas hemos llegado a comprender que el amor no hiere. No andamos preocupadas en tener un papel que respalde nuestra relación, vivimos, y disfrutamos sin pensar en el que dirán. Simplemente nos bebemos la edad sin complejos y sin importarnos el paso del tiempo.
Pilar
“Soñar es solo el principio”
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Siento cómo cada parte de mí se desmorona, como si mi esencia misma se rompiera ...