PILAR PORTOCARRERO
Hablaba con alguien y me decía qué cómo podía escribir novelas románticas y no ser una romántica, y esto haciendo referencia a parte de una conversación que teníamos.
Por supuesto que me reí a carcajadas, y le respondí que lo romántica lo llevaba en el corazón.
Sobre este punto creo que nadie puede establecer lineamientos y pretender que todos caminemos en la misma dirección, y que lo expresemos con actitudes y comportamientos en serie.
Por ejemplo, creo que el día de San Valentín es un lindo día comercial donde los restaurantes se llenan, suben el precio de las flores, de los chocolates, los globos en forma de corazón y de los benditos peluches. Y sobre este punto siempre me he preguntado por qué muchos creen que es romántico regalar estos muñecos afelpados, y cuando dices: “A mí no me gustan”, te responden… “¿Pero, por qué?, que poco romántica eres”
Muchos se han acostumbrado a enlazar este concepto con determinados regalos y circunstancias que se deben de dar, como una cena a la luz de las velas tomando champán o un buen vino. Tal vez un viaje a la playa, un baño caliente dentro de un jacuzzi con pétalos de rosas, o unos días en alguna cabaña alejada haciendo el amor junto a una chimenea.
Pienso que lo romántico es tan sutil que aparece de la nada y con el gesto más sencillo. Todo lo demás forma parte de un escenario hermoso que a todos nos gusta disfrutar, pero que a muchos no les llena, y es porque a pesar de tener todo lo necesario para una velada, románticamente perfecta, no estuvo presente el tenue brillo del romance que sorprende y te eclipsa con una sola mirada, y que puede burbujear así te encuentres en una esquina comiendo un hot dog, o tomando una cerveza dentro de un auto.
Yo disfruto cada circunstancia y no me obsesiono con la perfección de un momento que solo debe fluir. Y aunque no me gusten los rosas rojas, los peluches, los chocolates, las cenas a media luz, soy una romántica que cree en el amor y en los sueños; una mujer sensible a una mirada, a las palabras simples; y a esos gestos espontáneos que pueden tocar mi corazón.
Pilar
“Soñar es solo el principio”
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