Nuevamente nuestro país pierde otro gran mexicano, nos referimos al primer Titular de la Secretaria de Cultura, Rafael Tovar y de Teresa, a quienes la mayoría de sus conocidos lo definen como una persona respetuosa, culta e inteligente.
Al abogado, diplomático, historiador y ensayista, también es descrito como un hombre bueno, honesto, gran negociador, servidor público de excepción y un vehemente de las artes y la historia de nuestra patria.
Rafael Tovar y de Teresa, nació el 6 de Abril de 1954 en la ciudad de México y lamentablemente falleció a las 5:20 horas del sábado 10 de diciembre del año en curso, en el Hospital Central Militar.
El ahora ex-Secretario de Cultura, fue nombrado por el Presidente de la República Mexicana, Enrique Peña Nieto, el lunes 21 de Diciembre del año pasado, y fue el primer mandatario quien a través de su cuenta de “twitter” dio a conocer la muerte de Rafael, a quien se refirió como “un gran ser humano, que durante años sirvió a nuestro país con vocación y entrega” además de “ser un apasionado e incansable promotor de México y su cultura en el mundo”.
Nuestra solidaridad y nuestro deseo para que logren una pronta resignación a su viuda Mariana García-Bárcena y a sus hijos Leonora, Rafael, María y Natalia.
La comunidad intelectual, compuesta por sus amistades cercanas, escritores y artistas, reaccionaron de inmediato consternados por el deceso de este incansable promotor de la cultura, no obstante en algunas redes sociales, algunos compatriotas ignorantes e irrespetuosos escribieron algunos comentarios desafortunados en contra de su persona y de su ejemplar trayectoria.
Actitudes como las descritas anteriormente son las que hacen que algunos ciudadanos de otros países no vean con afecto a algunos de nuestros connacionales, sobre todo aquellos que se comportan de esta forma, porque ignoran la regla universal que instituye que ante la muerte de cualquier persona, si no se tiene nada bueno que expresar entonces deberíamos mantenernos en silencio por respeto a los difuntos, a sus familiares y a sus seres amados.
Es importante recordar que los muertos no tienen ninguna alternativa para defenderse y no reconocer su estado de indefensión es un acto de barbarie y de profunda cobardía.
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