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Fidel Castro, Odiado o Admirado

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¡Fidel Castro ha muerto! Es la principal noticia en todo el mundo. Nadie medianamente informado puede ser indiferente ante la figura de Fidel. Tiene innumerables seguidores y detractores en el planeta, tantos y tan divididos que resulta imposible cuantificar a uno u otro bando, pero lo que resulta incuestionable es que se trata de un hombre más allá del hombre, un ser humano que fue líder moral e ideológico de millones de jóvenes en el mundo y que se convirtió en una de las más grandes leyendas del siglo XX que hoy pasa a la eternidad.

Fidel, en su apogeo llegó a ser el líder más influyente y carismático de América, en casi 60 años sobrevivió a 11 presidentes en la Casa Blanca y también a varios complots contra su vida. Con su muerte el pasado 25 de noviembre deja una Cuba muy diferente de la que construyó con su revolución comunista, con su romántico ideal del ‘hombre nuevo’ y con la internacionalización de un modelo de lucha guerrillera que en su tiempo marcó la vida de millones de personas en Latinoamérica y algunas regiones de África.

Fue un brillante orador y un maestro en el arte de la manipulación de las masas, se autoerigió como redentor de los desposeídos, luchador contra el imperialismo, héroe de los oprimidos y libertador de américa, entre otras tantas luchas algunas de las cuales llevó a la praxis y otras solo se quedaron en la teoría.

En estos días todos los líderes políticos del mundo, hablan de su fallecimiento, la mayoría dan las condolencias al pueblo cubano colmando de halagos a Fidel ante la protesta de sectores neoliberales y conservadores.

Fidel fue posible porque en la historia del siglo XX – su historia – se cruzó el ocaso de los colonialismos con el tenaz auge de la Guerra Fría, lo que hizo que en un mundo bipolar viera la luz un modelo de esperanza para muchos movimientos rebeldes en países que salían del yugo de la explotación europea, pero que también veía cómo soviéticos y estadounidenses se repartían el mundo mientras Latinoamérica se llenaba de dictadores apoyados por Washington.

Al final de su viaje, el modelo cubano impulsado por Fidel no fue posible y solo será recordado por algunos como una feliz utopía y por otros como un férreo régimen dictatorial cargado de altas dosis de adoctrinamiento, de falta de libertades, de represión, de condiciones precarias de vida y de miles de cubanos auto exiliados.

Al margen de lo polémico de su figura y de sus logros para el pueblo cubano, es indiscutible que con su muerte Fidel Castro, ha pasado a las filas de la inmortalidad. Será recordado y nombrado por la historia mucho más que cientos de mediocres jefes de estado de su época y su figura no admitirá medias tintas: será odiado o admirado, porque fue polémico hasta en su muerte.

Con su partida comienza el juicio de la historia sobe su persona y su obra: habrá que esperar con cautela el veredicto. Mientras tanto pudiera encajar atinadamente en su lápida, la frase del título con que el periódico francés Libération anunció su muerte: Murió demasiado tarde.

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