Una vez más los medios de comunicación nos metieron a los latinoamericanos y particularmente a los mexicanos al juego del falso poder. Nos hicieron creer que los 55 millones de habitantes latinos en los Estados Unidos (EEUU)–de los cuales unos 25 millones estaban registrados para votar– eran los que iban a inclinar la balanza a favor de la candidata Demócrata Hilary Clinton para derrotar nuestro odiado favorito del momento, Donald Trump.
Aunque la mayoría de mexicanos nos hayamos volcado en redes sociales a apoyar a Clinton y hacer campaña contra Trump, finalmente la realidad nos puso en nuestro lugar. Nos guste o no, de ese lado del rio Bravo no tenemos ningún derecho, ni poder de facto para influir de manera decisiva en una elección presidencial de los EEUU, aunque ese país hace tiempo se haya conformado con parte de lo que era territorio mexicano.
Los números de le elección pasada echaron por tierra los vaticinios latinos pues pese a que el 65 % de electores de origen hispano votó por Clinton y un 29 % lo hizo por Trump, a Clinton esa mayoría de la primera minoría de votantes no le alanzó para triunfar.
Algo parecido pasó con los votantes afroamericanos, que en abrumadora proporción del 88% votaron por la candidata demócrata y solo 8 % apoyó a Trump. Sumadas, estas dos minorías (las más numerosas de EEUU), alcanzaron apenas el 23 % de toda la votación del pasado 8 de noviembre, frente al 70 % de los votantes de raza blanca de descendencia europea.
Conclusión: Quienes en realidad deciden quién despacha y despachará en la casa blanca, son los anglosajones y descendientes de europeos. Ellos a fin de cuentas formaron esa nación, la constituyeron en la más poderosa del siglo XX y XXI y por supuesto está todavía muy lejano el día que pierdan el control político, militar y económico de ese, su país.
En esta pasada elección – nos guste o no –, Donlad Trump supo explotar el temor de la mayoría de votantes estadounidenses al crecimiento del poder latino y dejó al descubierto que la verdadera influencia de las minorías de origen latino es solo en algunas regiones de EEUU y aunque en número ya supera a la comunidad afroamericana, tiene menos peso que esta última.
Los medios de comunicación masiva crearon el mito del “Latin Power” en busca siempre del rating y nos crearon falsas ilusiones. Ahora no hayan como explicar sus desaciertos y el verdadero peso del “Latin Power”, que finalmente no deja de ser una comunidad que tiene algunas semejanzas entre sus integrantes, como lengua, cultura, origen geográfico, etcétera; pero que como otras comunidades de EEUU, nos es homogénea en sus preferencias electorales.
Después de estas últimas elecciones es necesario revisar seriamente el papel de los hispanos en la política y en la sociedad estadounidense, pues no vale la pena seguir creyéndonos el cuento de que estamos reconquistando el territorio del vecino del norte o que allá somos el nuevo poder emergente. Simplemente los latinos (nuestros hermanos) son “la inmensa minoría” de la composición Étnica estadounidense.