Creo que todas las sociedades en el mundo afrontamos un serio problema de compromiso hacia nosotros mismos y nuestras relaciones personales.
Estamos entrampados dentro de una lucha donde nos esmeramos en ser mejor que el otro, en tener mejores cosas que el resto; en competir encarnizadamente para estar acorde a estos tiempos de globalización, donde lo único que importa son los conocimientos y los compromisos que tenemos hacia la empresa que nos contrata, o hacia los objetivos profesional que nos imponemos.
Tanta presión nos deja sin energía para meterle ganas al otro porcentaje de nuestras vidas que también merece mucha atención, pero que, equivocadamente, pensamos que es un terreno que tenemos controlado cuando en realidad no es así.
Las relaciones de pareja están en crisis porque lo dejamos todo para después, o porque ya no queremos añadir a nuestras vidas más compromiso que significa entrarle con todas las ganas a vivir responsablemente el amor y sus consecuencias.
Es así que muchos se conforman con una relación donde cada quién vive en su casa, sin más compromiso que el de verse cuando las ganas apuntalan o cuando las reuniones sociales les exigen el estar juntos. Otros comparten un mismo techo pero apenas hablan y ya ni se miran a los ojos porque es más entretenido mirar la tele o jugar con el celular.
Todos tenemos necesidad de entregar amor, pero dejamos que el ritmo de la vida nos envuelva seduciéndonos con vanos trofeos que a la larga no nos llena el alma. Y solo les pregunto, ¿cuándo están tristes o se sienten solos piensan en las cosas materiales que tienen?
¿La cuenta que tienen en el banco les alivia en algo la soledad?
No hay dicha más grande que tener a tu lado a quien amar, a quien darle el lugar que le corresponde dentro de nuestra vida. La felicidad de sentir que puedes contar con alguien no tiene precio. El éxito que podamos tener en nuestra profesión es más completa cuando lo compartes con esa persona especial que muchas veces espera entre las sombras a que tú voltees a mirarla.
Siempre es el momento de cambiar las cosas, pero también creo que cuando alguien ya decidió arrancarte de su vida, ya no hay marcha atrás.
Decídete y lucha por algo verdadero, por el amor de esa persona que tomará tu mano cuando te sientas mal, y te dirá que te ama cuando el éxito no te sonría.
Pilar
“Soñar es solo el principio”
