ANTONIO VALLADARES
Un ex militar esquizofrénico que fue dado de baja por esas causas, que se decía “el General Águila” y reflejaba en escritos un alto grado de delirio de persecución, está detrás del ataque a personal de atención temprana de la fiscalía general de Jalisco.
Sus víctimas: Una trabajadora social que falleció, dos más junto con una agente del Ministerio Público que se debaten entre la vida y la muerte; la seguridad de los edificios de la Fiscalía, vulnerada; y el cese de “J-5” de nombre Salvador, encargado de la guardia de seguridad de los edificios. Podrían caer más funcionarios.
Eduardo Almaguer, fiscal general, así describió a Luis Homero Aguilar, el hombre que de pronto y allá por los noventas, se convirtió en escribiente, casi un abogado de los casos más sencillos y de los trámites administrativos. Se sabía de todas todas en la elaboración de escritos para reportar el robo de teléfonos celulares, Nextel, credenciales del IFE y licencias de conducir.
Cambió el sistema de justicia penal, se anexó el servicio de la denuncia electrónica o vía internet, con formatos establecidos por la fiscalía, y eso impactó su actividad. Disminuyó su trabajo y cada vez era más complicado que le quisieran recibir un documento.
El miércoles 14 de septiembre detonó. Llegó, entró sin que nadie lo revisara -no había quien, había quitado el módulo hace unos meses- y entró llevando consigo no solo un escrito, sino también dos armas y 35 tiros.
Frustrado, derrotado, luego de que le volvieron a negar la recepción de un documento, fue hasta el módulo de atención temprana y en un movimiento rápido, directo, donde derrochó su adiestramiento como militar, hizo cuatro certeros disparos sobre el cráneo de sus cuatro víctimas.
No había guardia como tal de seguridad. A lo lejos, un agente investigador sacaba parte de su quincena del cajero automático, vio lo sucedido y atacó al agresor. Le hizo una advertencia, no respondió y lo mató.
Luego un video. Sus compañeros van hacia él, al escuchar las detonaciones de un arma más potente. La del agresor era una .22. “Suéltala, suéltala, suéltala”, le advirtieron, el agente la soltó y levantó las manos. El atacante estaba en el piso, boca arriba, muerto.
Pero también había muerto ya para entonces una de las trabajadoras sociales que recibió el impacto de cerca, en el lado izquierdo del cráneo, las otras tres estaban a un paso de la muerte….así siguen, luchando por su vida.
El “General Águila” había matado entonces a María Verónica García Carmona, conocida como “Vicki”, la que literalmente dejó su vida en pro de la procuración de justicia. Ella, además de morir este miércoles ahí, le dio 27 años a la dependencia, atendiendo desde víctimas de delitos, familiares de fallecidos y desaparecidos, hasta la atención temprana a ofendidos e información a usuarios.
“Vicky” recorrió a lo largo de esos 27 años prácticamente todas las áreas de la fiscalía general y estaba a tres años de jubilarse.
Las otras víctimas fueron las trabajadoras sociales Araceli Bautista Rocha y Laura Castañeda Amaral, así como la agente del Ministerio Público, Elizabeth Flores Sánchez, que resultaron heridas.
Pero hirió de muerte y quizás de por vida, a la Fiscalía General de Jalisco que no podrá olvidar que el 14 de septiembre del 2016 fue “un día negro” en su historia.