Somos un cúmulo de experiencias que laten debajo de nuestra piel, y que se hacen presente ante determinadas circunstancias haciéndonos reaccionar.
Es difícil mantener a raya nuestras emociones cuando el pasado arremete violentamente en nuestro presente, y más cuando nos llenamos la boca diciendo: “El pasado ha quedado atrás…”
Nunca queda atrás, define nuestro presente, nuestras acciones, nuestro modo de ver la vida y, sobre todo, nos coloca en una determinada posición con respecto al amor.
Ya no somos las adolescentes que creen ciegamente, nuestro corazón tiene heridas que vamos remendando con el paso del tiempo, las curamos y pensamos que estamos listas para volver a amar. Nos entregamos, vivimos plenamente, pero ante la primera duda se prende una luz roja saltando la desconfianza, el dolor que una vez sentimos y entonces nos preguntamos… ¿Y si me vuelven a engañar?, y ante eso surgen las emociones que muchas veces nos hace perder el control, porque a pesar de encontrarnos en otra etapa de nuestras vidas, el efecto colateral de lo que vivimos en el pasado sigue gobernando nuestra mente.
¿Es que el pasado nunca nos dejará en paz?
La clave está en no dejar que controle nuestros pensamientos, decir ¡basta! cuando te persigue todo el tiempo. Asumir lo que sucedió. Perdonarnos si consideramos que hay algo en lo que fallamos, perdonar al que nos hizo daño, y aprender que nuestros errores y sufrimientos son parte de la vida que siempre nos ayudará a crecer.
Para mí no es fácil convivir con un pasado que a veces duele y que ha cambiado mi presente radicalmente, pero sigo en la lucha entendiendo que ya no me puedo lamentar por aquello que sucedió, y que ahora debo vivir apreciando lo que tengo.
A veces desconfío de la gente.
A veces me encierro en mí misma.
A veces lloro.
A veces me desespero.
A veces vuelvo a confiar.
A veces me vuelven a engañar, pero si algo he aprendido en estos cincuenta años es que así es el juego de la vida. El pasado y el presente se fusionan para definir nuestro futuro, y son nuestras decisiones lo que hace la diferencia si avanzamos hacia una mejor vida, o nos quedamos para siempre lamentando nuestro dolor y sin darle un espacio a la felicidad.
Pilar
“Soñar es solo el principio”