«Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad.» (Biblia, Eclesiastés 12:8)
Nadie mejor que los fundadores de Facebook y Twitter para interpretar las enseñanzas del versículo 8 del libro Eclesiastés 12 de la Biblia, donde el predicador entre líneas nos destaca el papel que juega la vanidad en la esencia humana. Después de casi tres mil años de la sentencia bíblica del Predicador, hoy los problemas de la condición humana siguen siendo los mismos, pero se manifiestan a través de la tecnología.
Según datos de expertos, por cada segundo que transcurre en el mundo los usuarios de Facebook generan 52.083 likes, los de Twitter publican 7.275 tuits y los de Instagram suben 729 fotos. En México (según el Financiero y el Universal) Facebook cuenta con 61 millones de usuarios y Twitter tiene 35.3 millones de usuarios. Esto quiere decir (de acuerdo con el último censo de población) que la mitad de los mexicanos usa Facebook y un cuarto de la población usa Twitter. Cifras que se elevan si tomamos cuenta la edad en que los mexicanos tienen acceso a internet y a redes sociales. Interesantes datos que nos obligan a reflexionar sobre el trasfondo de la incesante actividad diaria que se da en las redes sociales.
Detrás de la afanosa búsqueda de un “me gusta” (like), del “retuit”, o de la publicación de fotos con la mejor apariencia personal parecería no haber nada raro; pero analizado a fondo y concretamente desde el punto de vista psicológico podríamos hablar de que la mayoría de las personas que viven obsesionadas por los like y los retuit, presentan carencias afectivas como la necesidad de reconocimiento o de ser legitimados en público.
La necesidad de reconocimiento no es un fenómeno nuevo, siempre hemos buscado esa aprobación en nuestro círculo de amigos, colegas o familia. Ser aceptado, ser valorado y ser reconocido por la comunidad es una necesidad estructural e inherente al ser humano; por eso imitamos el vestir, el peinar, el hablar, las expresiones corporales etc; de personajes famosos. Esa búsqueda de aprobación ha evolucionado principalmente en los jóvenes y se ha trasladado al campo de las redes cobrando alcances infinitamente mayores, donde las personas están compartiendo de todo para llamar la atención, sentirse especiales y ganar aprobación, todo …. por vanidad, pura vanidad.
El mundo digital ha amplificado nuestras necesidades emocionales a una escala nunca vista y eso se ve reflejado en la obsesión por el like y el retuit, como si esto fuera una recompensa o una medalla al mérito, a través de lo que las personas se perciben como acepadas o rechazadas.
Según expertos en neuro – fisiología, la sensación de placer que generan el like y el retuit tiene una explicación en el cerebro. Cada vez que recibimos un reconocimiento a través de esas expresiones, nuestro cuerpo genera dopamina, un neurotransmisor que activa la sensación de recompensa en el cerebro. Aunque las líneas divisorias entre la realidad y lo virtual se hacen cada vez más difusas, la necesidad de aprobación siempre ha existido, coinciden los expertos. El elemento nuevo es que con las redes sociales ahora podemos “medir sistemáticamente nuestro nivel de aceptabilidad”.
Las expresiones del like y el retuit se han convertido en una nueva moneda social con la cual nos hacemos visibles: entre más likes tenga o más gente me re tuitee, lograré más reconocimiento y mejor estaré con mi sociedad, alimentando así mi vanidad.
La prestigiada revista norteamericana Psychological Reports realizó estudios sobre este fenómeno concluyendo que el uso descontrolado de las redes sociales puede activar zonas del cerebro que están relacionadas con traumas y discapacidades como la depresión, la ansiedad y el trastorno narcisista de la personalidad; entre otros.
Psicólogos especialistas en el tema han expresado su preocupación por que las personas que pasan la mayor parte de su tiempo buscando aprobación y reconocimiento en las redes sociales, están perdiendo habilidades para socializar en la vida real ya que al estar “clavados” en las redes sociales disminuye su capacidad de leer o entender el lenguaje corporal de los demás.
Como no se trata de “satanizar” las redes sociales por que también son muy útiles, los expertos recomiendan ser reflexivos a la hora de publicar o compartir algo, tratar con sentido crítico la manera en cómo usamos la tecnología y no ser adictos al like o el re tuit, porque de ellos realmente no obtenemos nada que trascienda en nuestra vida real y material. Consejos que deben ser llevados al extremo cuando se trata de niños y adolescentes.
Finalmente, cabe una interrogante: ¿A ti, que te mueve en el uso de las redes sociales?.