El fumar favorece el desarrollo de un gran número de enfermedades y empeora el pronóstico de las enfermedades preexistentes, tales como las cardiovasculares y metabólicas como es el caso de la diabetes.
Diversos estudios han demostrado que el tabaco a parte de contener muchas sustancias tóxicas que favorecen la aparición o el aceleramiento de algunos cánceres sobre todo pulmón, vejiga, mamas y próstata por citar algunos, ya que durante su consumo crónico, el organismo se encuentra en un constante y dinámico proceso inflamatorio por la producción de sustancias y reacciones citoquimicas de nuestro propio organismo y ello favorece también que en las personas con diabetes se hagan presentes de manera prematura las complicaciones vasculares y neurológicas inherentes a la enfermedad de la diabetes como el sistema cardio-vascular, la vista y la función renal ya que se producen cambios estructurales en la parte del riñón implicada en la filtración de la sangre para formar la orina, lo que podría explicar el alto índice de presencia de microalbuminuria en las personas fumadoras.
Por otro lado, se recomienda fuertemente que quienes aún no tienen diabetes, eviten fumar o exponerse al humo del tabaco ya que algunos estudios han vinculado la asociación existente entre el humo el tabaco y el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. Además, el humo del tabaco reduce la sensibilidad a la insulina y la nicotina provoca el aumento de los niveles de algunas hormonas como las catecolaminas, que alteran la acción de la insulina, principalmente en personas con diabetes.
Por el contrario, cuando una persona con diabetes deja de fumar y hace ejercicio, reduce considerablemente el riesgo de mortalidad y normaliza la sensibilidad a la insulina asociada al tabaco y consecuentemente mejoran los niveles de glucosa.
