PILAR PORTOCARRERO
La vida me ha enseñado muchas cosas, y una de las lecciones aprendidas es vivir buscando ser feliz.
Ansiamos tanto la felicidad pero no recordamos que está en nuestras manos, que depende de nuestros pensamientos, decisiones y nuestras ganas de luchar por ella con todo el corazón.
Desviamos el camino cuando empezamos a obsesionarnos y a depender de personas y de cosas materiales, y cuando creemos que para ser felices debemos estar acompañados.
Yo estoy en busca de mi felicidad, y no es fácil dejar a un lado los esquemas aprendidos y el qué dirán, para vivir con intensidad lo que quiero y sueño. Pero estoy en la lucha venciendo algunas batallas que solo me demuestran que nunca dejo de conocerme. Que no soy la cobarde que siempre pensé, y que a pesar del miedo ya no me quedo de brazos cruzados.
Aprendí que la paciencia es la clave para seguir avanzando. Ya no me desespero como antes, ahora disfruto el viaje con más serenidad y confianza en lo que hago.
Amo mi trabajo y disfruto más que nunca escribir mis novelas de amor, y ahora escribir una historia erótica donde mi imaginación no tiene límites, y la fantasía es la pieza fundamental para crear emociones.
Ahora no me importa el reloj, lo uso solamente para llegar puntual a mis reuniones de trabajo, pero el resto del tiempo me guio por mis ganas. Disfruto mucho mi soledad, pero últimamente no me llevo bien con la noche. Me deprime y saca a flote ansiedades que voy camuflando durante el día.
Es que esto de la felicidad no es tarea fácil porque solo depende de uno, y el enemigo más grande que tenemos somos nosotros mismos y los fantasmas que cargamos recordándonos nuestras debilidades, y momentos tristes que debemos aprender a recordar sin emoción, solo como una experiencia de aprendizaje. Porque después de cada dolor nadie sigue siendo el mismo.
Aquí también podemos desviar de ruta y llenarnos de rencor por lo que hemos vivido, pero la clave para seguir en búsqueda de la felicidad es aprender a ver en positivo. A no dejar que la amargura de los demás toque nuestro corazón.
Aprendí a perdonarme por las cosas que no hice, las que permití y por las situaciones donde yo también fui culpable.
Sigo llorando a menudo, pero sin la aflicción de antes, por eso cuando me siento contenta suelo decir: “Hoy día me siento feliz”
El camino es largo, pero lo importante es comenzar. Y en eso estoy…
Pilar
“Soñar es solo el principio”