PILAR PORTOCARRERO
Es lo que solemos decir cuando terminamos una relación. Quedan heridas que parece que nunca se curarán, rencores que avivan sentimientos de rabia, a veces odio y mucho dolor.
Nos encerramos en un luto emocional que muchas veces nos aleja de nuestras amistades, mientras construimos una coraza con el propósito de no volver a sufrir.
Y es aquí cuando repetimos el rollo para protegernos de la soledad y de futuros comentarios sobre nuestro rompimiento, y lo mal que la debemos estar pasando.
¡No queremos lástima de nadie!, y no queremos a otra persona que nos vuelva a colocar en una posición tan vulnerable donde somos el centro de la atención.
¡No queremos volver a amar!, a nadie le gusta que le rompan el corazón y tener que afrontar el proceso de remiendo, donde es imposible que nuestra autoestima no se encuentre por los suelos.
Entonces no hallamos mejor solución que decirle a todo el mundo: “No me vuelvo a enamorar” “Estoy mejor sola que mal acompañada”, o piensas que para qué complicarse si puedes divertirte y tomar la mejor de la vida sin entregar el corazón.
Pero el dolor va por dentro, puedes sonreír, flirtear, tener una noche de copas que termina en una habitación, y seguir repitiendo que así estás mejor. Pero cuando estás sola y ya no tienes a quien mentir: lloras, ves una película romántica o lees una historia de amor, añorando en silencio la compañía de alguien que sepa valorar tu compañía, que te extrañe y que te ame por sobre todas las cosas.
Nadie puede vivir sin amor, necesitamos sentir, vibrar, desear y entregar el corazón. Necesitamos sentirnos parte de alguien, saber que no estamos solos. No es huyendo donde encontramos la solución, sino enfrentando nuestros miedos.
Es importante dejar el pasado atrás para que las cosas fluyan y para que nuevos vientos lleguen a nuestras vidas. Alejemos el miedo y disfrutemos de la dicha de vivir, que en el momento menos pensado repetiremos felices: “No lo puedo creer… me volví a enamorar”
Pilar
“Soñar es solo el principio”
