POR PILAR PORTOCARRERO
A veces nos sentimos bien dentro del melodrama que armamos en nuestra relación, tal vez porque inconscientemente necesitamos esa dosis de sufrimiento que muchas veces trae consigo reconciliaciones apasionadas y locas. Es como un premio que esperamos después de las discusiones o las tensiones por la que pasamos, y que se vuelven adictivas; y es así que sin querer vamos creando un patrón de conducta que repetimos por el tan ansiado final.
Pero vivir en medio de una cuerda floja con las emociones acuestas va dañando nuestra autoestima, y de a pocos nos convertimos en prisioneros de nosotros mismos. Tenemos la llave para abrir nuestra prisión, pero no queremos, por miedo a no saber qué hacer con nuestra sombra.
Es duro lidiar con la soledad, acostumbrarse a una nueva vida donde nadie te dirá que te extraña, donde nadie marcará tu número para decirte que piensa en ti y que te ama… donde ya no hay más recompensas ni momentos que tu piel necesita y tus labios añoran.
Y es cuando llegas a este fuego cruzado entre el silencio y lo que tenías antes, que muchas veces vuelves a buscar a quien te hacía daño porque es más fácil batallar con circunstancias y recibir tu premio, a pelear con la soledad donde tú eres un duro contrincante al que no puedes engañar.
Todo es cuestión de tiempo, las adicciones se curan, los sufrimientos pasan, solo debemos tomar la decisión de no volver a sufrir por amor. La soledad no es mala, a veces duele, a veces golpea, pero nunca pateará tu dignidad ni te hará sentir que no vales nada.
¿Tienes ganas de amar?, ¿De compartir tu vida con alguien?
De hecho aumenta tu felicidad y le da otro sentido a tu vida, pero nunca permitas que ese deseo te vuelva ciega y pase por encima de lo que tú te mereces.
Debemos aprender a estar solas para saber vivir acompañadas, entregando y disfrutando, pero sin pensar que la vida se acabaría si alguien te dice adiós.
Pilar
“Soñar es solo el principio”
