PILAR PORTOCARRERO
Hay momentos que crean vínculos, que envuelven secretos… que te hace cómplice de la persona que amas. Son esos instantes de pasión donde no hay lugar para la cordura, donde los sentidos estallan y solo te guías por el deseo.
Instantes que escribes de corrido, a punta de fuego, de sudor, de besos salvajes y besos tiernos. De caricias traviesas que tantean, provocan y te llevan a la locura dinamitando tu cuerpo.
Esos minutos que se quedan en tu piel, en tu boca y en tus recuerdos; y que fortalecen una relación donde otros detalles la adornan, la embellecen y la convierten en una de las razones de nuestra felicidad.
Todo debe guardar un equilibrio para que la armonía sea perfecta, pero cuando la pasión da lugar a la calma y tu corazón se va aquietando, ¿Qué viene?
¿Una ducha rápida?
¿Fumas con placer un cigarrillo?
¿Te dan un beso y luego le ves la espalda?
¿Prenden la tele?
¿Agarran el celular y entran al Facebook?
Después de la pasión deberíamos seguir haciendo el amor.
Deberíamos mirarnos…
Deberíamos acariciarnos con ternura…
Deberíamos hablar, no de las cuentas por pagar, sino de lo bien que nos sentimos.
Deberíamos aprovechar para dejar a un lado el ruido del mundo y escuchar el latido de nuestros corazones.
Pero a veces huimos a propósito de esos momentos porque nos cuesta abrirnos de manera consciente, ya no podemos culparle a la pasión; y hay que cuidar lo que decimos o elegimos callar.
Pero hay quienes esperan por una dosis de ternura después de tanta locura y nunca se sienten completas. Lo mejor es hablar, nadie puede adivinar lo que deseas, lo que buscas y lo que esperas.
Pide y entrega esa ternura que anhelas, esos minutos de calma donde habla el amor, donde se cuela por tus labios las frases con más verdad y sentimiento.
El mundo siempre puede esperar, pero después de la pasión deja que te envuelva el silencio, deja que renazca el amor.
Pilar
“Soñar es solo el principio”