POR VÍCTOR MANUEL CHÁVEZ OGAZÓN
(Colaboración Especial)
Ya hay una alerta de género en Jalisco, un protocolo Alba, y con todo y ello este fin de semana tres mujeres fueron asesinadas.
Como un reto para las autoridades, dos de ellas aparecieron sin vida en despoblado, una más fue ejecutada de un disparo en la cabeza, durante el asalto a la carnicería que ella atendía en la colonia Lázaro Cárdenas.
Ah! Y olvidaba, tres más amanecieron acuchilladas el viernes por la mañana, junto con otro sujeto que fue asesinado a tiros. Ellas se trasladaron en camión, en cuanto amaneció, al puesto de socorros más cercano.
Crímenes por género o no, la realidad es que las mujeres en Jalisco son víctimas de una violencia generalizada, resultado de una ineficaz vigilancia que poca o nada de seguridad puede dar a los jaliscienses.
El peso de la corrupción al interior de los cuerpos de seguridad salta a la vista. Policías se prestan por lo equivalente a un mes de su sueldo a llevar a cabo “trabajitos” para el Crimen Organizado en sus tiempos libres.
Otros se hacen sus propias horas extras dedicándose a cometer asaltos u escoltar vendedores de autos de dudosa procedencia. Los compañeros los identifican plenamente y reciben su tajada por “no ponerles dedo”.
Con el enemigo adentro y por más buenas intenciones que se tengan por parte de los altos mandos, difícilmente podrán superar el escenario.
Paradójicamente esto ocurrió cuando por las calles de la Zona Metropolitana marchaban cientos de mujeres con letreros exigiendo un alto al acoso y hostigamiento. #Nosqueremosvivas! es el hastag que caracterizó al movimiento.
Esas mismas intenciones ya están en letras, pero ahora lo que se necesita es a la autoridad trabajando. Con sus patrullas en las calles –no guardadas-, en una acción preventiva y no reactiva.
De que sirven que compren unidades, sino las vemos en las venas de la ciudad, haciendo presencia, demostrando a quienes delinquen que hay un cuerpo de seguridad listo para responder cualquier emergencia y, más aún, de inhibir cualquier delito.
El fenómeno de la seguridad es más complejo que cualquier tema que pueda ser atendido por hombres de escritorio, políticos, periodistas improvisados y hasta estudiantes de sociología, que hoy aparecen como los gurús de las asesorías en la materia, esto a consecuencia de la falta de cuadros y, sobre todo, a consecuencia de un estigma que alcanza incluso a los policías que no se han mezclado en la corrupción, pero fueron etiquetados con el resto de sus compañeros.
La crisis de seguridad es de hombres y no de nombres, podrán surgir más protocolos y alertas, pero por igual hombres y mujeres seguirán muriendo, porque otros impunemente así lo disponen y otros más Lo ejecutan.
La inseguridad alcanza a todos, la alerta es de una sociedad en descomposición con altos niveles de violencia y sobre todo una ausencia de castigo total, confiados en que esto va a cambiar por los nuevos inventos o por la llegada de los llamados juicios orales.
Le tengo malas noticias, el escenario no es tan halagador y el tiempo perdido cobrará facturas, aún peores, que ya nos dan algunos visos….como lunares dentro de la gran ciudad que hoy por hoy son tierra de nadie…..incluso ni de la propia policía.
Ya no se diga el interior del Estado, donde la ley es de otros y la autoridad no la ejerce quien usted se imagina.
Los alcaldes están arrodillados ante el crimen organizado y las policías están al servicio de éste, mientras que los ciudadanos apenas sobreviven y muchos pagan el derecho de piso para seguir sobreviviendo.
Son las muertas…..y los muertos de Jalisco, todo lo demás es mero discurso.