PILAR PORTOCARRERO
Todas las mujeres aprendemos a sonreír para que nadie note nuestras tristezas, y al revés de una estriptisera, nos esmeramos en cubrirnos con accesorios quizá para llenar nuestros vacíos y desviar las miradas de nuestros ojos.
Usamos una buena cartera que orgullosas mostramos mientras caminamos, sin olvidar la fragancia que dejamos al pasar, esa que habla de nuestro carácter y feminidad, y que se suma a los cientos de detalles indispensables para camuflarnos dentro de una coraza. ¡Somos mujeres! Y todo lo podemos, y más en este siglo en donde estamos más emancipadas, más liberadas, más dueñas de nosotras y nuestros pensamientos.
Pero, ¿esto es realmente cierto?
Mucha liberación femenina, mucho parloteo barato; y al final del día cuando ya no hay con quien aparentar, solo te quedas con tus pensamientos y lo que escondes dentro del corazón.
Cada una tiene su historia y un pasado que a veces nos cuesta dejar a la vuelta de la esquina. No importa si estás casada, separada, divorciada, sola o frustrada; lo que importa es el escenario que construimos con nuestras mentiras para que nadie nos tenga lástima, para que nadie se regodee con nuestro sufrimiento, para que nadie vea lo sola que estamos y lo mal que nos sentimos.
Y para culminar la sarta de mentiras que decimos a boca de jarro, lanzamos la que más contribuye a nuestra soledad, justamente porque es la que más daño nos hace: “Estoy bien así” “No necesito un amor”
¿Realmente no lo necesitamos?, ¿Existe alguna mujer en el mundo que no disfrute el saberse amada? ¿Deseada? Pero esas palabras se convierten en una trinchera mientras no aparece el hombre indicado.
Acabo de cumplir cincuenta años y estoy empezando a disfrutar de mi compañía, aunque eso no significa que siempre quiera estar así. Y no volveré a repetir que prefiero estar sola porque así vivo mejor. ¡Se acabaron las mentiras!, ninguna mujer elegiría la soledad cuando nos gusta que nos apapachen.
Quiero volverme a enamorar y a mirarme en los ojos de alguien más. A caminar de la mano de alguien que me ame y me mire bonito. A quien yo quiera sin miedo y sin olvidar mi esencia, porque amar no significa entregar tu vida, sino compartirla dentro de un espacio lo suficientemente grande para oxigenarse, encontrarse y amarse en completa libertad.
Y, ¿tú? ¿Te animas a decir lo que escondes? ¿A saltar la valla que te aleja de la felicidad?
Ahora es el momento, ¿quieres un amor?, pues dilo. ¿Quieres otra vida?, entonces ve tras ella y cambia el final de tu historia.
Soñar es solo el principio”