PULSO CRÍTICO
HÉCTOR MANUEL RAMOS PRECIADO
Para algunos sociólogos contemporáneos, las redes sociales son el nuevo opio del pueblo. Entre la libertad y el libertinaje que ofrecen las redes sociales (como Facebook, twitter, etc) muchos usuarios hacen uso irracional de esos poderosos y populares medios de comunicación para denostar la imagen de alguna persona y someterla (con o sin razón) al escarnio y al desprecio de conocidos y desconocidos que conforman las redes sociales.
Es frecuente ver publicado (sobre todo en la cuenta de un usuario de Facebook) la foto de una persona a la que el usuario (a) acusa de haberle robado, estafado, engañado o hasta de cuestiones sentimentales muy subjetivas y triviales. Acusaciones que en muchos de los casos ni siquiera son ciertas, pero que una vez que son posteadas pueden hacerse virales y dañar seriamente los derechos de personalidad, que de acuerdo al Código Civil de Jalisco son los que tutelan y protegen el disfrute que tiene el ser humano, como integrante de un contexto social, en sus distintos atributos, esencia y cualidades, con motivo de sus interrelaciones con otras personas y frente al Estado.
Aunque Facebook o cualquier otra red social, de alguna manera regulan lo que publican sus usuarios, estas empresas no son responsables de lo que digamos o digan de nosotros en las redes sociales. Eso es responsabilidad de quien lo dice y lo publica y como tal debe hacerse responsable de sus actos.
Es importante destacar que a pesar de que todos los mexicanos tenemos en el derecho a la libertad de opinión y expresión una herramienta crítica que contribuye a la democracia, al desarrollo y al diálogo social, no por ello podemos hacer uso irracional o indiscriminado de esos derechos, porque cuando esas expresiones u opiniones (aunque sean ciertas) atentan contra el derecho a la personalidad de una tercera persona, somos sujetos de responsabilidad y podemos eventualmente ser llevados ante un Tribunal para responder por nuestros excesos. Las redes sociales no están exentas de esa regulación
Parece trivial el tema, pero imagínese el daño que puede ocasionar a una persona la opinión a la ligera de un usuario que tenga cientos de miles de seguidores en las redes, como Pedro Ferriz, Carmen Aristegui, López Dóriga, etc.
Bien vale la pena que los usuarios de redes sociales, antes de denostar o denigrar a un semejante le den una leída al capítulo de los Derechos de Personalidad del Código Civil. Estoy seguro que esto ejercicio contribuirá a hacer un uso responsable de las redes sociales, pues todos los mexicanos tenemos derecho a conservar nuestro buen nombre, aún en el mundo virtual que se ha vuelto más (des) informado, más libre y más accesible por obra y gracia de internet; espacio del que la mayoría de las personas erróneamente cree que no tiene límites para expresarse.
No pasará mucho tiempo en que llegue a la Suprema Corte de Justicia de la Nación un caso que abra el debate nacional de este tema y en el que la corte tendrá invariablemente que pronunciarse a favor de los derechos de la persona que ha sido atropellada en sus derechos fundamentales por “activistas del sofá” a través del nuevo opio del pueblo.