PILAR PORTOCARRERO
Siempre es una experiencia compartir con la gente que va a la feria del libro, me divierto, aprendo y me lleno de nuevas historias de quienes al paso, me cuentan sus cuitas de amor.
Y es que nadie está libre de vivir y dejarse sorprender por momentos que a veces catalogamos como locuras, pero que de alguna manera dejan una huella que no olvidas. La guardas, la piensas y cuando te encuentras con una extraña desahogas lo que no te atreves a decir a una amiga, tal vez por vergüenza de exponerte abiertamente y ser el blanco de sus críticas, o porque sabes que al decirlo a alguien que no conoces siempre seguirá siendo un secreto que nunca revelarás.
Entonces sonríes con nerviosismo y narras ese beso que despertó a la mujer y las sensaciones que dormían bajo tu piel. Ese beso que evocó recuerdos lejanos que actuaron como chispa llevándote en una llamarada que borró tu conciencia. Dijiste, “enloquecí y yo quería más”, y luego hiciste una pausa esperando qué decía.
Yo solo escuchaba, como siempre; y veía más allá de sus ojos. Y ella movía los dedos en un gesto nervioso como indecisa si continuaba con aquella confesión que había despertado mi curiosidad.
No tengo enamorado, agregó, pero no le puedo contar a nadie que me sentí la mujer más deseada por un hombre que apenas conozco y a quien le entregué algo de mí. ¿Sientes culpa?, le pregunté. Sí, respondió, porque aún no puedo quitarme los prejuicios que tengo en la mente.
Y es que somos la suma de miedos, etiquetas, comentarios que sesgan nuestras vidas reduciéndola a vivirla de acuerdo a reglas que alguien inventó, de acuerdo a normas y “valores” que limitan tu libertad llenándote de culpas por disfrutar momentos quizá, en la habitación de un hotel cualquiera, donde el mundo no existe; y solo es verdad lo que sientes en la piel con cada caricia que te hace vibrar y conectarte con tu ser que de vez en cuando necesita sentirse amado.
Debí darle tranquilidad, pero soy de esa generación que se encuentra en el limbo queriendo quitarse de la mente las palabras de mi abuela sobre lo que es moral y lo correcto. Esa moral que te ata a convencionalismos que no te hacen feliz, pero, que sin embargo, continúas pegada a la letra porque aún no te atreves a desplegar tus alas, porque aún no te atreves a vivir solo para ti y dejar a un lado los rumores de gente frustrada que quiere más adeptos a su causa.
No soy la doctora corazón que tiene la palabra que necesitas escuchar, yo jamás podré dar consejos sobre el amor, solo escribo historias, narro encuentros y podemos emocionarnos juntas por los romances que al leerlos cobran vida en nuestra mente. Solo eso y nada más…
“Soñar es solo el principio”
Pilar es escritora peruana, participante en varias ferias del libro a nivel internacional y puedes leer más de ella en http://cuentosdeamordepilar.blogspot.com/
