UBER: SE REGULA O REVIENTA
HÉCTOR MANUEL RAMOS PRECIADO
La prestación del servicio de transporte público tipo taxi mediante la aplicación de smartphones o teléfonos inteligentes, ya se convirtió en un problema social que tiene que resolverse con urgencia por que se corre el riesgo de un nuevo conflicto social, que es lo que menos necesitamos en nuestra Entidad.
Aunque hay otras aplicaciones que prestan el mismo servicio, la líder y más popular es “Uber”, quien ya cuenta en la zona metropolitana de Guadalajara con miles de prestadores de este servicio que – vale reconocerlo – es ilegal y de competencia desleal, pero también es de reconocerse que se ha convertido en una fuente de ingresos para muchas familias y en una alternativa de movilidad aceptada por una buena parte de nuestra sociedad. Uber ha venido a sacudir a un gremio de los más anacrónicos – el de los taxistas –, cuyos miembros nunca se preocuparon por la calidad y mejora de su servicio. A simple vista hay un abismo entre un taxi amarillo tradicional y un servicio de Uber. Lo que es indiscutible es que Uber ofrece algo diferente y ha venido a demostrar que cuando se quiere, sí es posible obtener un servicio decente, honesto y de calidad. Ha demostrado también que no es normal movilizarse en un carro sucio, maloliente, inseguro, con conductores que a veces se expresan con malas palabras, escuchando emisoras de radio (a su gusto) que dan pena por su lenguaje. Que no es normal que nos digan en la cara “no, yo por allá no voy”, o que nos impongan una tarifa a su gusto en lugar de aplicar el taximetro.
Si nuestras autoridades no regulan y permiten la operación de Uber, la ciudanía pensará que el Gobierno está protegiendo al grupo tradicional de concesionarios de taxis, que actúan como mafias o pequeños monopolios a los que nunca les preocuparon sus clientes, ya que ni cuando empezó a operar Uber se preocuparon por brindar un servicio público digno y ahora están por pagar el precio.
Vale reconocer que está mal generalizar, pues hay muchos taxistas honestos, la gran mayoría de ellos, no son dueños del vehículo y trabajan duro a diario para lograr su ingreso, adicional al del propietario del carro; pero el verdadero negocio de los taxis amarillos lo han hecho quienes acaparan varias concesiones para ese servicio y entre ellos están muchos políticos (por sí o por prestanombres), quienes son precisamente los que se oponen a que se les termine su “minita de oro”.
Se regule o no estos servicios, la mala noticia para los amigos ‘amarillos’ es que será prácticamente imposible controlar a Uber y cientos de apps más que vienen. Si hipotéticamente le cortaran la cabeza a Uber, aparecerán otras aplicaciones ofreciendo el mismo servicio y sería el cuento sin fin; porque el problema no es de dinero (Uber no es precisamente barato) si no de clientes que prefieren pagar por un servicio digno y honesto, algo que a los amarillos nunca ofrecieron.
El Distrito Federal y el Estado de México, ya regularon los servicios de Uber y hasta la fecha hay buenos resultados. En nuestra Entidad, aunque hay sectores del Gobierno que presionan para que se prohíba este servicio, hay otros (como el mismo Gobernador) que inteligentemente apuestan por regularizar a Uber porque constituye una novedosa fuente de ingresos para todos: más recursos para el gobierno vía impuestos y derechos, así como nuevas fuentes de trabajo para los particulares.
La adecuación del marco legal es impostergable, porque ya ha habido conatos de enfrentamientos y una de las labores de los poderes Legislativo y Ejecutivo es dar a la Entidad las Leyes que reclama.