EL RETOÑO DE NÁJERA
RODOLFO CHÁVEZ CALDERÓN
La mejor muestra de que al gobernador Aristóteles Sandoval le fue exigida la remoción de Luis Carlos Nájera Gutiérrez de Velasco, como fiscal general de Jalisco es el nombramiento que el mismo mandatario estatal dio apenas a principios de esta semana a Hernán Guízar Maldonado, quien quedará a cargo del área de inteligencia estatal en la Fiscalía.Posiblemente ni el mismo Guízar, considerado “el dedo chiquito” de Nájera, haya imaginado, hace doce años, que llegaría a donde ha llegado. Dicen que quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija y si bien Hernán se retiró de la sombra del árbol aparentemente molesto por alguna situación que se generó entre él y Nájera, hace tiempo, cuando renunció a la Policía Municipal de Zapopan para dedicarse a la vida privada, a los negocios privados, debe uno imaginarse que la amistad, el vínculo, o llamémosle complicidad, surgida entre ellos por obvias razones, no morirá tan fácilmente.
Lo que quiero dejar sentado es que el nombramiento de Hernán Guízar pone a Nájera de alguna forma a cargo de los hilos que moverán una de las áreas más importantes de la fiscalía. No debemos olvidar aquello de que “información es poder”.
Hernán Guízar, probablemente licenciado en ciencias de la comunicación, se desarrolló en su vida profesional hasta hace unos años, como reportero policiaco. Fue así como conoció o como se acercó a Nájera, si es que no lo conocía desde antes. Luis Carlos Nájera era comandante de la Policía, por lo que el intercambio de información surgió entre ellos tal vez como uno de los primeros vínculos entre ellos.
En mi memoria está la llegada de Luis Carlos Nájera a la Dirección de la Policía Municipal de Guadalajara, y fue entonces cuando Hernán comenzó su carrera policiaca. Dejó la chambita de reportero para desempeñarse como secretario particular del jefe de la Policía de Guadalajara, puesto que ejerció dos administraciones municipales, seis años, después de los cuales Luis Carlos Nájera llegó a la Secretaría de Seguridad del Estado y entonces Hernán Guízar tomó uno de los cargos, si no de mayor responsabilidad, sí de los más codiciados, porque ser director de la Policía Auxiliar es sinónimo de enriquecerse. El “beta uno”, como se denomina al director de esa área de la Fiscalía General, es el responsable de autorizar nuevos grupos de seguridad; de autorizar los grupos armados, de supervisar su funcionamiento, las altas de personal, las altas de las armas y los registros de las mismas. Puede suspender a un grupo e incluso se han dado casos en que se deja fuera de un servicio a determinado grupo y se envía otro, por supuestas irregularidades detectadas. Claro que para que esto no les suceda, los dueños de los grupos, que son empresas privadas, que tuvieron que invertir millonadas para estructurar sus compañías, y de cuya credibilidad depende ser contratados por empresarios, comerciantes, o por particulares, siempre están dispuestos a “gratificar” a quienes pueden frenarles o echarles a perder el negocio. De ahí que permitir que funcionen libremente enriquece a uno, a dos o a varios funcionarios de lo que ahora es la fiscalía estatal.
El caso es que mientras Luis Carlos Nájera se dedicó todos estos años a estudiar, a prepararse, a conocer gente y a relacionarse con todos los estratos sociales y de todos tipos, Hernán Guízar se dedicó a refaccionarlo, a acercarle recursos y desde luego a cubrir rastros. Siempre fue uno de los hombres de mayor confianza del ahora ex fiscal general de Jalisco.
A tal grado que cuando Nájera asumió la Fiscalía General, utilizó su gran influencia para colocar a Hernán Guízar en la Policía de Zapopan. De repente, pocos meses después del inicio de esa aventura, Hernán renunció al cargo y se retiró. Oficialmente fue para atender sus negocios particulares y extraoficialmente, porque tuvo fricciones con el fiscal, y se vio obligado a dejar el cargo.
Hernán Guízar, como director, secretario, comisario o lo que haya sido en Zapopan, tuvo la encomienda de estructurar lo que sería el Centro de Inteligencia en la corporación, y probablemente de ahí haya obtenido los conocimientos necesarios para que ahora se le designe como director de inteligencia del Estado. Es probable que sepa, que esté calificado, sin embargo el perfil que mostró siempre, seguramente no lo autorizaría para ocuparlo, lo que en los corrillos policiacos ha hecho correr la versión de que el berrinche de Aristóteles porque lo obligaron desde la federación a despedir a Nájera, lo llevó a arrimarle tierrita a uno de sus retoños que seguramente cuidará de que los intereses del ex fiscal prevalezcan y desde luego podrá proveerlo de la información que requiera para conservar el poder. Usted qué cree?…